Entrevistas

10 DE NOVIEMBRE DE 2018 | EDUCACIÓN

Los malestares de las prácticas educativas

"La patologización de los problemas es una fuga de la función de la escuela", advierte la psicoanalista Perla Zelmanovich."La escuela no es sólo para aprender contenidos, sino para aprender con otros", agrega.

Un alumno que desafía a su docente enfrentándola cara a cara, a poquísimos centímetros de distancia. El bullying que sufren los chicos y la respuesta de la escuela. La irrupción omnipresente del celular y las pantallas en las aulas. Estos son algunos de los malestares que emergen casi a diario en las prácticas cotidianas de las escuelas. Un encuentro convocado por Flacso Argentina invita a docentes y otros profesionales de la educación a debatir estas problemáticas y buscar nuevos abordajes para el trabajo en el aula. Perla Zelmanovich, una de las coordinadoras del evento, sostiene que hay funciones del ámbito escolar que siguen siendo las mismas, pero que "la patologización y la judicialización de conflictos son fugas de la función de la escuela".

"Resistidas y desafiadas: las prácticas en instituciones entre demandas, legalidades y discursos" es el nombre del IV Coloquio y VI Simposio Internacional. Allí no sólo se pondrán sobre la mesa los principales malestares que jaquean a las prácticas escolares, sino también se visibilizarán experiencias concretas de abordajes posibles.

"Las resistidas y desafiadas de estos tiempos son las prácticas escolares, es allí donde se dirimen los malestares", afirma Zelmanovich, psicoanalista que dirige un programa que aborda las prácticas socioeducativas.

La especialista explicó los ejes que articularán el encuentro, una forma también de hilvanar y describir las principales demandas que surgen de los docentes y otros profesionales de este campo que a diario transitan las aulas.
"Las familias, las nuevas parentalidades y la escuela —señala Zelmanovich— es uno de los terrenos donde se plantean disputas. Porque muchas veces lo que la escuela no puede se lo pide a la familia. Y viceversa".

Otro de los malestares que advierte la psicóloga que trabaja en el campo educativo es el relacionado con "los avatares de lo fraterno", es decir, los problemas que se plantean en los vínculos entre pares, como el bullying. "Son experiencias muy mortificantes para los chicos y también para los docentes, que a veces se sienten desconcertados frente a esto". Menciona también el caso de la irrupción de lo inesperado en las escuelas, como la sexualidad y la muerte. También las situaciones inhabituales y disruptivas.

Es en este punto donde Zelmanovich dice que "frente a las políticas de inclusión se han generado nuevos problemas (con los sujetos a incluir) que la escuela no estaba habituada a recibir".

—¿Por ejemplo?
—Por ejemplo los niños y niñas que vienen con muchos diagnósticos de hiperactividad, ADD, TGD. Ahí está también el riesgo de clasificar a los sujetos en diagnósticos. Se presentan modos inhabituales y la escuela esta llamada a incluirlos desde las prácticas.

—¿Y los hechos disruptivos?
—La sola presencia de los celulares en las aulas. Por eso hay que pensar estos desafíos frente a una institución que se ve anonadada frente a fenómenos en los que los profesionales dicen "no estamos preparados para esto". Es muy disruptivo el celular en el aula. Pero también hay experiencias que muestran modos para poder alojar la relación de los chicos con el celular, que les hacen lugar para que puedan hacer con eso otra cosa. La salida no es peleando contra las nuevas realidades. Hay experiencias muy interesantes de docentes que utilizan la calculadora del celular o las cámaras.

—Otro de los malestares que se menciona es el trabajo con grupos...
—Este es un punto crítico del malestar, porque bienvenidas las policías de inclusión, pero: ¿cómo nos ubicamos ahí tanto los docentes como los otros profesionales del aula, como los maestros integradores. Y de qué manera pensar que las segregaciones no se produzcan al interior de las aulas. Porque el desafío es atender la singularidad de estos niños, pero al mismo tiempo que puedan incluirse en un lazo con los otros. Porque la escuela no es sólo para aprender contenidos sino para aprender en un marco con otros.

—Frente a estos desafíos ¿La función de la escuela sigue siendo la misma?
—Hay una función de la escuela que sigue siendo la misma, que es la de transmitir a las nuevas generaciones y poner en circulación los bienes culturales. Esa función es la misma de siempre, el temas es que está interferida por estas problemáticas. El punto es de qué manera abordarlas. De qué manera la función de la escuela puede recuperarse en cada hora de clases a partir de poder ir dirimiendo estas problemáticas sin que se deriven hacia otros espacios, como las patologías psi. Hay mucha patologización de los problemas y mucha judicialización, esos son dos ámbitos de fuga de lo educativo. Esto no quiere decir que en algunos casos sea necesario atender, desde el punto de vista psicológico o judicial, algunos asuntos. Lo sintomático es que hay una hiper patologización, una diagnosticación y medicalización de los problemas. Entonces ahí la escuela pierde su función. Esto no implica negar los problemas, porque por algo derivan a esos ámbitos. Pero lo que hay es un automatismo de derivación de los problemas. Automáticamente se derivan. Y la patologización y la judicialización son fugas de la función de la escuela.

—¿Cómo entendés esta irrupción de la voz de los chicos y chicas en las instituciones, con sus demandas y reivindicaciones?
—Es efecto de años de instalar en la conciencia colectiva la cuestión de los derechos. Lo que estamos observando es que esa voz de los niños, niñas y jóvenes hace carne en ellos y ellas, y desafía a los adultos a ponerse disponibles para la escucha. Por eso mencionaba el riesgo de la hiperjudicialización y que no se diriman muchas cosas en el marco del lazo que cada escuela debe sostener. Hay que pensar cómo sostener la escucha no para obedecerla, sino para aprender de esas demandas que están en juego. Las demandas surgen también de las familias, que necesitan ser escuchadas.

—Y darle espacio en las escuelas...
—Escuchar y poder intercambiar desde las propias funciones, alojar esas escuchas. Porque es allí donde vamos a poder construir con ellos y ellas. Hace poco me contaban la experiencia de un centro de estudiantes que hizo una investigación con profesores y fueron a escuchar —de los docentes— cuáles son las dificultades que ellos tienen para trabajar en las aulas. Ahí hay una inversión interesantísima para inaugurar una escucha mutua e incorporar eso en un lazo educativo. La potencia que tiene la escucha horizontal entre pares, entre los chicos y lo que late en ellos. Y entre colegas docentes, que también es un punto difícil. La sala de profesores muchas veces se convierte en un semillero de estigmatizaciones, pero también de potencia, cuando entra un profe y dice "yo pude con este chico". Los nuevos profesores que llegan con esa disponibilidad para la escucha y logran desestigmatizar a muchos chicos y chicas. Por eso es importante esa escucha horizontal, para aprender del colega.

Fuente: Diario La Capital

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