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20 DE MARZO DE 2009 | PSICOTANGO

Tango, una danza psíquica

En el Tango, los bailarines están dispuestos a jugar un juego poco convencional que requiere de una escucha atenta, en reconocimiento del sexo opuesto, de ahí su excepcional dificultad. Pero todo el despliegue no es sin reglas, no es practicado sin el debido ritual, dejando de lado el ego y las aspiraciones personales para escuchar las del prójimo.

Por Lic. Ignacio Lavalle Cobo
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El Tango requiere plena libertad para establecer nuevas figuras, para no estancarse en la inercia monótona de la vida. De todas maneras, no es que esto se produzca inherentemente, la libertad requiere de máxima soltura, de máxima concesión y eso es lo que definiría como característica del tango: la entrega.

Lo más difícil de todo esto radica en no tomar la esencia del tango como mera causalidad, ahí es en dónde reside todo error en el análisis sobre éste. Lo que vemos comúnmente en distintos textos publicados al respecto es que se le da mucha importancia a lo puramente histórico o anecdótico de su nacimiento, de su modo expresivo, de su existencia, pero muy pocos preguntan su por qué o para qué, ni mucho menos hacia a dónde nos conduce la esencia del tango.
No es casual que la mayor parte de la literatura tanguera se encuentre en el primer carril, éste es tan sólo una de las perspectivas de su lectura, de su interpretación. La que procuramos debe ser simbólica, atemporal, si se quiere también, finalista. Algo que nos haga pensar sobre nosotros mismos y el movimiento de nuestro flujo cultural. De esta manera resulta útil encuadrar su análisis mediante un método prospectivo, uno que nos permita poder expresar dinámicamente los elementos derramados de su existencia.
La construcción sintética de todo punto de vista psicológico "intenta reestablecer las relaciones entre la conciencia y el inconsciente, es decir, de todos los pares de contrarios psíquicos, para proveer a la personalidad de una base sobre la cual pueda reestablecerse un equilibrio psíquico permanente." (Jolande Jacobi: "La psicología de C. G. Jung". Espasa Calpe. Madrid 1976. Pág. 110.)
Esto se da en el análisis de las manifestaciones presentes sobre el futuro y no de la disolución de lo actual en lo pasado. Nos encontramos entonces con una dificultad de índole dialéctica, proyectiva. Es un intento de explicación sobre el diálogo entre dos personas -eso también es tango. De ahí la revolución que plantea todo análisis profundo de las manifestaciones psíquicas, en primera y última instancia la psicología se ve entrampada al intentar algo que es imposible de aprehender en su totalidad por, justamente, estar tan cercano e inmediato a su objeto de estudio. Por eso todas las teorizaciones al respecto son tan complicadas y requieren de tanta dedicación. De ninguna manera estoy enunciando que sean en vano.
Lo esencial es invisible a los ojos. La cuestión central esta ubicada en cuanto a los
componentes transferenciales que juegan sobre toda relación con cierto grado de
intensidad e incluyen a un tercero. Ambos participantes en tanto queden comprometidos
en la relación sea de "médico-paciente", "maestro-alumno", "psicoterapeuta-paciente",
va a estar signada por estos contenidos inconscientes en influencia recíproca.
Pero solamente cobrará su efecto si: "el encuentro de dos personalidades es cómo
la muestra de dos cuerpos químicos diferentes; si entre ellos se produce una combinación
química, entonces ambos quedan transformados." (Grundsatzliuches zur modernen Psicotherapie, en Zentral-blatt fur Psicotherapie, VIII, 1935, 2.)
Para llevar a la danza de tango como elemento transformador debemos tomar en cuenta
estas premisas y hacerlas conscientes, en tanto agentes de la salud.
El tango actúa como un tercero que permite la salida y la objetividad más allá de la relación
dicotómica, es el puente social, común histórico, tendido sobre la esfera de lo inconsciente.
Es la entrada y la salida misma, sobre el proceso individuativo; es su anclaje. Las cuestiones simbólicas que despliega su cultura, su mitologema, su danza, antes planteadas, bordean un círculo que centra al individuo (por efecto del mandala) permitiéndole el despliegue de su fantasía e improvisación, a su vez, brindándole estructura por medio de su ritual, y si se cuida, también, su didáctica.

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