-¿En qué consiste la problemática general de la sexología?
-La sexología es una disciplina científica que trata de abordar todas las cuestiones relacionadas con la sexualidad desde diferentes perspectivas pero fundamentalmente desde una óptica que abarca lo psicológico, lo biológico y lo social por lo tanto tienen cabida en ella profesionales tanto de la salud como profesionales que aborden cuestiones antropológicas o sociológicas. En la actualidad los problemas más comunes que solemos abordar los sexólogos clínicos van desde las típicas disfunciones sexuales en el varón (eyaculación precoz, disfunción eréctil, eyaculación retardada) como las propias en las mujeres (anorgasmia, vaginismo, trastornos de la excitación sexual) y las que son comunes en ambos géneros (ausencia o bajo deseo sexual, dolor en las relaciones sexuales, adicción al sexo) así como problemáticas que van más allá de la esfera propia de las disfunciones sexuales pero que tienen que ver conflictos emocionales derivados de problemática afectivo-sexual (dependencia emocional, celos, conflictos por la orientación del deseo sexual, conflictos por la identidad de género, autoestima afectivo-sexual deficiente, problemas de pareja, etc.).
-¿En qué se relacionan la salud mental y la salud sexual?
-La salud mental y la salud sexual están estrechamente vinculadas y funcionan de manera sinérgica repercutiendo positiva si existe equilibrio en alguna de las dos y a la inversa. La sexualidad es parte integral de la personalidad y las repercusiones que tiene un desajuste en el correcto desempeño de la función sexual suponen efectos desastrosos en la autoestima, la autopercepción, la motivación personal, relacional o vital. Son frecuentes efectos secundarios comórbidos a la presencia de una disfunción sexual o de pareja. Las enfermedades del estado de ánimo (depresión y ansiedad fundamentalmente) coexisten significativamente con las diferentes disfunciones sexuales. De la misma manera una salud mental deficiente puede actuar como precipitador de disfunciones sexuales por ella misma (por ejemplo los Trastornos obsesivos) o por los efectos secundarios de los fármacos (por ejemplo antidepresivos) que frecuentemente interfieren en la respuesta sexual.
-¿Por qué alguien acudiría a un sexólogo y no a un psicólogo, en el caso que tenga alguna problemática de índole sexual?
-No es cuestión de excluir las dos disciplinas sino de aunarlas. Sería en todo caso más acertado porque acudir preferentemente a un sexólogo psicólogo o a un sexólogo médico. Las dos profesiones que mejor aúnan los conocimientos necesarios para un correcto abordaje desde la perspectiva bio-psico-social son la medicina y la psicología. Ambas con interdisciplinarias y así debe plantearse en multitud de ocasiones cuando los psicólogos establecemos un correcto diagnóstico funcional de la problemática que se presente. El nivel de intrusismo en este ámbito es bastante elevado y el consejo es asegurarse siempre que el profesional que se autodeclara sexólogo es un profesional con los conocimientos acreditados (formación via máster, curso de postgrado o licenciatura) y que el psicólogo sea en todo caso además psicólogo especialista en clínica (por la comorbilidad coexistente tan frecuentemente y porque domina mejor que un generalista las cuestiones clínicas complejas)
-¿Cuál es el principal motivo de consulta?
-En la actualidad en el caso de los hombres, la disfunción eréctil y la eyaculación precoz son los síntomas estrella. En el caso de las mujeres, el bajo deseo sexual, los trastornos de la excitación y del orgasmo. En lo que a consultas no específicamente sexológicas pero vinculadas al ámbito de la pareja, las rupturas, los problemas derivados de las infidelidades y las dependencias emocionales que cada vez cobran más protagonismo en una sociedad donde no se nos educa en pedagogía del amor.
-¿Cuáles son los debates actuales entre los profesionales especializados de la sexología?
-Algunos de los debates actuales giran fundamentalmente sobre la psiquiatrización y psicopatologización de algunas situaciones-disfunciones que afectan a las personas. Por ejemplo, en la última revisión de la DSM5, hubo mucha polémica sobre si incorporar a la misma la categoría hipersexualidad (la antigua adicción al sexo). Finalmente la comisión de expertos que debatía su inclusión y los criterios diagnósticos relevantes, decidió no incorporarla por falta de evidencia clínica y por su confusión diagnóstica. De la misma manera, también hay mucho debate con respecto a la despatologización del denominado Trastorno de identidad de género puesto que los colectivos de personas con una vivencia de su sexualidad y de su identidad de género no al uso de los cánones establecidos de manera standard (hombre y mujer) reivindican que no sean categorías excluyentes y no que un persona se autodenomine genéricamente como desee y que pueda proceder a la cirugía de reasignación sexual sin previa patologización de su situación por especialistas de la psiquiatría o la psicología.
Vicente Briet es Psicólogo clínico y especialista en Sexología. Miembro de la junta directiva de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS).