-¿Cuál es su mirada sobre el desarrollo infantil? ¿Qué factores inciden en él?
-El desarrollo infantil es un proceso muy complejo sobre el cual existen diversas miradas y acepciones. Nosotros entendemos el desarrollo infantil como el producto del encuentro entre un organismo, con sus características propias, y un ambiente determinado. Concebimos a los niños y a las niñas como sistemas abiertos, complejos, incluidos en un gran sistema, en interacción con otros sistemas, y expuestos a múltiples estímulos cuyas respuestas en muchos casos no son predecibles. Una misma experiencia puede ser vivenciada de manera muy diferente en distintos niños, y el impacto en su desarrollo ser totalmente distinto en un niño que en otro. No creemos que todos los niños y las niñas se desarrollen igual, independientemente de sus circunstancias. Los niños no funcionan como máquinas pequeñas.
Los factores que determinan en mayor o menor medida el desarrollo de los niños y las niñas son múltiples, y están relacionados tanto con cuestiones biológicas como con condiciones sociohistóricas y contextuales. Los niños no son solamente seres biológicos. Son también sujetos de la cultura, de su época… y del deseo.
Algunos de los factores que inciden en el desarrollo son el estado de salud general (en particular el estado nutricional y psicoemocional) tanto de la madre o de sus cuidadores primarios como del niño, con especial hincapié en las distintas cuestiones que pudieron afectar el devenir del embarazo, el parto y los primeros tiempos de vida. Son también factores importantes la herencia genética, su familia, las experiencias afectivas en las etapas tempranas, así como también influyen su temperamento y personalidad. El contexto social, económico, histórico y cultural en el que está inmersa la familia son también importantes determinantes de su desarrollo. Y no se debe soslayar el efecto subjetivante que tienen las distintas representaciones sociales de la infancia en las diferentes épocas y culturas, y su impacto en el desarrollo.
Y si hablamos de factores que inciden en el desarrollo de niños y niñas en la Argentina actual y otros países de la región, no podemos dejar de mencionar la pobreza infantil como un factor determinante. Pobreza entendida desde una concepción amplia como la escasez de recursos en los hogares y el sufrimiento de múltiples privaciones que los perjudican directamente. Las carencias, materiales y simbólicas, potencialmente asociadas a la pobreza como el déficit nutricional, falta de estimulación, exposición a peligros ambientales, drogas, violencia familiar y comunitaria, pérdida de empleo de sus cuidadores, deprivación económica y exclusión social, pueden afectar el desarrollo independientemente de la dotación genética y el equipamiento biológico con el que el niño haya nacido, limitando sus oportunidades en todo su ciclo de vida, generando en muchos casos una reproducción intergeneracional de la pobreza. Para darle dimensión a este grave problema en nuestro país, desde una perspectiva multidimensional, según Unicef, la pobreza infantil ascendía al 48% de los niños, niñas y adolescentes al primer semestre de 2018. Y de ese tiempo a esta parte, pasaron cosas… por lo cual indudablemente este número ha crecido. De modo que en nuestro país, en la actualidad, más de 1 de cada 2 niños y niñas podrá ver su desarrollo afectado por haber nacido en un hogar con necesidades básicas insatisfechas. Estas crisis cíclicas que vivimos en nuestro país impactan de lleno en la población infantil más vulnerable. Son "los costos invisibles" que tienen los vaivenes políticos y económicos de nuestro país.
Por otro lado, otro fenómeno que hemos observado en los últimos años que está incidiendo en el desarrollo infantil es la multiplicación exponencial del uso de diferentes dispositivos electrónicos (teléfonos celulares, tabletas y otros dispositivos con conexión a internet) tanto por adultos como por niños y niñas de diversas edades y niveles socioeconómicos. Si bien el impacto potencial que puede generar el uso inadecuado de estos dispositivos depende de la edad del niño, es indudable que ha modificado sustancialmente la forma en la que los sujetos se relacionan, obstaculizando la vincularidad. Obstáculo, que en etapas tempranas de la vida, puede poner en riesgo la constitución subjetiva de ese niño o esa niña.
-Desde un enfoque clínico, cuáles son los ejes sobre los cuales Ud. pone el foco en el desarrollo de niños pequeños?
-Desde un punto de vista clínico, pensamos el desarrollo de los niños y las niñas y sus problemáticas desde una perspectiva integral, en un contexto. No los evaluamos en forma aislada, escindidos de su entorno. Winnicott decía que en las etapas tempranas el bebé y su madre conforman una unidad, y así es como lo entendemos nosotros.
Pensamos a cada niño y cada niña como un sujeto único, inmerso en una trama relacional, en un contexto social, económico, político y cultural determinado, considerando que quién es y lo que le pasa, resulta de la compleja interacción de sus genes con ese ambiente en el que estuvo y está inmerso, así como también de las experiencias que ha vivido y que va viviendo.
Desde nuestro rol de pediatras, por supuesto que le damos mucha relevancia a los aspectos biológicos que pueden afectar el desarrollo de un niño o una niña. Es una parte fundamental de nuestro trabajo, pero no es lo único que contemplamos. Un niño no es un cerebro. A los niños y a las niñas les pasan muchas más cosas que la generalidad que nos puede llegar a mostrar un diagnóstico médico determinado. Nuestro desafío clínico está en poder ubicar la dimensión biológica en el mismo nivel lógico que otras dimensiones (subjetiva, sociocultural, etc.).
-El libro que recientemente publicaron refiere en su título a la pediatría, el desarrollo y la interdisciplina. ¿Qué lugar le dan a la interdisciplina?
-La interdisciplina tiene un rol fundamental según nuestra concepción. Si pretendemos evitar que una dimensión prevalezca por sobre otras, en el intento de pensar de la forma más integral posible lo que le puede estar pasando a un niño o niña y su familia el trabajo en interdisciplina es primordial. Interdisciplina que no implica sumar miradas y a partir de allí intentar construir el todo. Sino más bien que a partir del intercambio producto de ese encuentro, podamos pensar y ver más allá de nuestros ojos y considerar aquello que no estamos capacitados o habituados a ver, y que al no poder reconocer no hay manera de que nos haga pregunta.
Las distintas disciplinas involucradas nos ofrecen diferentes miradas y formas de pensar y abordar una problemática determinada. Es importante, para evitar la fragmentación del niño, el trabajo en equipo, articulado entre los distintos profesionales, la escuela y la familia.
En el libro se hace un recorrido por algunas de las disciplinas que trabajan con niños con problemas en el desarrollo, en cuanto a su marco teórico y su clínica.
-¿Cómo se conjugan los aspectos neurobiológicos y los subjetivos en el desarrollo infantil?
-Existe una histórica controversia acerca de los distintos grados de influencia que ejercen la genética y el ambiente como determinantes del desarrollo humano en general, y de la génesis de problemas en el desarrollo en particular, que se ve traducida en los distintos abordajes y en ciertas modalidades terapéuticas que existen en la actualidad. Controversia que también se pone de manifiesto en la absurda grieta que existe entre lo biológico y lo subjetivo. Como si lo biológico no tuviera relación con lo subjetivo y viceversa. Como si el cuerpo fuese antónimo de la mente.
Coincidimos con Alfredo Jerusalinsky, autor de 2 capítulos del libro, cuando dice que el desarrollo humano es el producto de una doble incidencia: por un lado, inciden los procesos madurativos de orden neurológico y genético, y por otro lado, los procesos de constitución del sujeto psíquico. Pero estos procesos no ocurren en forma paralela, independiente, ni aislada. Ambos acontecen en un contexto que en mayor o menor medida los determina. Y a su vez, existe una absoluta interdeterminación entre ambos procesos, donde la influencia de uno sobre otro es diferente en cada situación.
En relación a esto, el descubrimiento de los fenómenos epigenéticos ha permitido demostrar, por un lado, el efecto que pueden tener ciertas influencias ambientales en la variabilidad de expresión de los distintos fenotipos, a través de la activación o inactivación de la expresión de genes sin alterar la secuencia de bases de su ADN.
Y por otro lado, la demostración de los fenómenos de plasticidad cerebral han venido a echar luz a esos puentes otrora imaginarios entre las experiencias y el cerebro, al demostrar la huella que dejan determinadas vivencias en la red neuronal, ejerciendo modificaciones tanto estructurales como funcionales a nivel cerebral. Estos hallazgos modifican la concepción estática que existía sobre el cerebro, históricamente concebido como una red fija de neuronas. Actualmente sabemos que es un órgano abierto al cambio, cuya estructura se ve modificada en forma singular por las experiencias y las vivencias, por lo cual los aspectos neurobiológicos y subjetivos se encuentran íntimamente relacionados.
Esteban Rowensztein es médico (UBA). Especialista Universitario en Pediatría y en Desarrollo Infantil (UBA). Médico de Planta de Consultorios Externos del Hospital de Niños "Dr. Ricardo Gutiérrez". Secretario del Comité Nacional de Pediatría General Ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría. Coordinador del Curso "Miradas e Interrogantes en torno al Desarrollo Infantil", dictado en la Sociedad Argentina de Pediatría desde el año 2015. Coautor de "Pediatría, Desarrollo Infantil e Interdisciplina. Una mirada desde la complejidad".