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14 DE MAYO DE 2014 | EL QUEHACER ARTÍSTICO

Arte y Educación Especial

Algunos de los problemas que enfrenta la educación artística dentro de la escuela tiene que ver con una práctica alarmantemente arraigada en nuestro sistema educativo, principalmente en la educación inicial y EGB.

Por Paula Llompart
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Antes de abordar el tema de éste primer artículo deseo aclarar que, con taller de arte o actividades artísticas, me refiero específicamente a las artes plásticas, aunque los conceptos aquí planteados pueden trasladarse a otras disciplinas artísticas (música, teatro, expresión corporal, poesía, etc.), mi formación y experiencia laboral están dentro de las llamadas artes visuales, conocida como plástica en el ámbito educativo.

Existe una especie de “contradicción” sobre el quehacer artístico, por un lado se piensa que las personas que se dedican a este tipo de actividades tienen un “don” o talento especial innato reservado para unos pocos “iluminados”, se escuchan frases del tipo: “no tengo creatividad”, “no se hacer nada con las manos”, “claro, vos naciste con talento”.
Por otro lado parece que el taller de arte o una actividad artística se circunscribe a la realización de ciertas técnicas o actividades posibles de ser coordinadas por cualquier persona independientemente de su formación profesional especifica, es así como se piensa y, efectivamente sucede, que muchas veces las maestras de grado parecen estar capacitadas para llevar adelante este tipo de act., esto se evidencia con mas fuerza en lo que respecta específicamente a la educación inicial donde directamente se suplanta o reemplaza el taller de plástica por actividades manuales que coordina la maestra jardinera, lo que considero alarmante, ya que las act. que realiza la maestra no puede de ninguna manera suplantar lo específico de un taller de artes plásticas.

Situación actual: Problemas y consecuencias
Muchas veces el taller de expresión plástica se resume a la realización de unas cuantas técnicas y actividades que suelen confundirse con la realización de “manualidades” o “artesanías” que rescatan, como objetivo último, la realización de un determinado producto preferiblemente “utilitario”, a esto se reduce lo que se entiende por “Taller de Arte” dentro de la escuela, sobre este preconcepto de base se construye una especie de “imaginario colectivo” en el que se acuña la concepción de que el arte es simplemente un conjunto de actividades con procedimientos y pasos específicos al modo de una receta de bizcochuelo, si hago primero esto, luego aquello y finalmente esto otro, obtengo un objeto tangible y útil, es así como en muchos talleres de plástica se desarrollan actividades manuales o artesanales, dejando de lado los ejes que sostienen lo específico y particular que
Lo que profundamente encierra esta “especie de desvirtualización” del taller de expresión plástica es la necesidad que tienen tanto algunos directivos, docentes y padres de ver que sus niños y jóvenes con discapacidad pueden hacer cosas “utiles”,
algo muy común en las escuelas, especialmente en el ámbito privado, es una especie de afán por mostrar a los padres cierto tipo de producción realizada por los niños que se acerque a lo “socialmente valorado”.
Otro ejemplo claro ocurre con los talleres de teatro o música, los cuales suelen abocarse a preparar los “actos patrios” o las famosas “muestras de fin de año”, donde se imprime una gran exigencia a los alumnos para que realicen un proyecto elaborado por la institución y no por ellos mismos, lo cierto es que rara vez se apuesta a mostrar una producción puramente artística. Pero en éste sentido la experiencia una vez más nos demostró que en muchos casos los padres o familiares tienen una respuesta sumamente favorable cuando pueden apreciar lo que cada alumno elabora desde sus propios intereses y capacidades. Se presenta así una paradoja entre el objetivo que la escuela se propone (quedar bien con los padres presentando producciones muy cercanas a los estándares estéticos socialmente valorados, simulando así una pretendida integración social) y los medios que utiliza para alcanzarlo, ya que los familiares, en general, advierten claramente que éstas obras no son genuinas producciones, porque representan estéticas e intereses ajenos al niño, este hecho no hace más que fomentar la frustración, subrayar la discapacidad y lo que es aún peor anula a la persona desacreditando lo propio en pos de un ideal social.

A modo de ejemplo
En una reconocida escuela de educación especial se convoca a una profesora de plástica para una suplencia en un taller de artes plásticas para niños de primero, segundo y tercer ciclo. Según los directivos y los propios maestros el grupo presentaba características muy complicadas, en su mayoría eran niños con graves problemas de conducta y de adaptación, con dificultades en su rendimiento cognitivo, desinterés general y dispersión, se lo llamaba “el grupo más problemático de la escuela”. Preguntando por las actividades que venían desarrollando con la maestra anterior, explican que los niños hacían “trabajitos manuales” (portalápices con palitos de helado, adornitos con arcilla, imanes, etc.), actividades muy pautadas y con gran exigencia de motricidad fina, concentración, prolijidad, meticulosidad, etc. Al ver al grupo, la profesora advirtió claramente que sus necesidades eran muy distintas, era una población de niños hiperkinéticos, con gran necesidad de moverse y de descarga corporal, muchos de ellos con rasgos psicóticos o autistas, con conflictos a nivel emocional y de relación con el entorno y con sus pares, decide entonces no continuar con la línea de trabajo planteada por la administración institucional y proponer un cambio radical: armar un taller de arte propiamente dicho. Se trasladó el taller a un espacio más amplio para favorecer la necesidad de movilidad; comenzaron a trabajar en el suelo con hojas grandes, los materiales eran seleccionados por los alumnos según sus intereses y las actividades desarrolladas respondían a sus demandas y capacidades individuales, se trabajó en el desarrollo expresivo y artístico, en la búsqueda y desarrollo de un estilo propio, estimulando la capacidad de elección, decisión, elaboración, resolución de acuerdo a las particularidades de cada participante potenciando y valorando la diferencia, la aceptación del otro con su propio estilo particular único e irrepetible. El taller se convirtió así en un espacio de interés y participación donde cada niño podía expresar lo propio y ser valorado por ello, disminuyó notablemente el desinterés y la dispersión.
Las producciones no solo se tornaron más interesantes y auténticas desde el punto de vista creativo, sino que además cobraron una significación afectiva para los alumnos, luego en una muestra realizada posteriormente mostraban a sus familiares sus producciones con gran entusiasmo, sacándose fotos junto a ellas, accediendo así al último objetivo del taller que es la interacción con lo social a través del arte.
Así “el grupo más conflictivo de la escuela” denominación que los catalogaba negativamente eliminando su individualidad, en el taller de arte encontró un lugar donde poder aparecer como personas deseantes, con algo para decir, para comunicar, para brindar, para intercambiar. En el taller la propuesta apunta (entro otros objetivos) a la posibilidad que brinda el arte de interactuar socialmente, ya que la obra permite y facilita el contacto y la comunicación con el otro que aporta su mirada de aquello que se produce, favoreciendo el diálogo y la interacción del artista con su entorno social. Es por eso que parte fundamental del taller estará orientada a la realización de jornadas, exposiciones, concursos, murales y demás propuestas culturales dirigidas a la comunidad en la búsqueda de una apertura del ámbito escolar al social que permita a los alumnos ser reconocidos y valorados como productores de arte.
Con esto no quiero decir que las actividades “manuales” sean inútiles o menos valiosas, simplemente sostengo que eso no es bajo ningún punto de vista un taller de expresión plástica, a esta desvirtualización y desconocimiento profundo sobre el lugar y función del arte para el desarrollo del individuo, se suma otro problema que parte y es consecuencia del mismo origen y es la idea de que cualquier persona puede coordinar un taller de expresión plástica, independientemente de su formación profesional especifica, esto tiene sentido si se considera que es simplemente cuestión de aprender los pasos necesarios para hacer un objeto o producción, de modo que siguiendo con ésta línea de pensamiento potencialmente cualquier persona que tenga la inquietud podría enseñar a realizar a sus alumnos esa actividad, nuevamente señalo que definitivamente eso no es un taller de arte.
En una ocasión una persona con formación en otra disciplina sostenía haber coordinado un taller de arte, cuando se le preguntó a cerca de los objetivos y modalidad de trabajo, dijo que realizaban artesanías con goma eva, cuyos procedimientos había extraído de las reconocidas revistas de manualidades, este es un ejemplo de los tantos que circulan por las instituciones y escuelas (especialmente del sector privado), el problema de esto no es menor, ya que las consecuencias calan hondo en el camino hacia el fortalecimiento y el lugar que debería tener el arte y su aporte ineludible en el desarrollo del individuo en general y en particular para aquellas personas que cargan con el rótulo social de “Discapacitado”.
Dos ejemplos que ilustran la problemática que se analiza en éste artículo:

  • En el profesorado de educación especial se dictan materias de arte como parte del programa de estudios y formación que reciben los futuros docentes de grado, lo cual en primera instancia parece útil a los efectos de contribuir a brindar una formación docente integral, el problema aparece en la práctica misma y tiene dos vertientes, por un lado la materia de Ed. Plástica se centra principalmente en el abordaje de diferentes técnicas y procedimientos o actividades, carecen de conceptos mucho mas importantes y fundamentales como lo son el proceso creativo, la capacidad de expresión, la importancia y aportes de las artes en el desarrollo integral, cómo opera el arte en el individuo, el desarrollo expresivo y sus consecuencias, etc.
    Y por otro lado se toma esta materia como formación necesaria y suficiente para llevar adelante actividades artísticas, coordinadas por el maestro de grado.
  • En una jornada de perfeccionamiento docente realizada en la Universidad Kennedy, “El taller de teatro en la escuela”, se sostenía la idea de que cualquiera puede coordinar un taller de teatro en una escuela, de hecho quien dictaba el curso era una persona formada en psicología social (aclarando que no poseía formación formal en las artes escénicas) con esto quería demostrar que cualquier persona podía llevar adelante el taller de teatro, éste ejemplo es directamente alarmante ya que de alguna manera se legitima desde el propio sistema educativo lo que considero una descalificación de la formación profesional artística, existen los profesorados de Bellas Artes, Música, Arte Dramático, Danzas, Cerámica, etc. En general son carreras que duran de 5 años en adelante, y que cuentan con un título a nivel nacional que habilita a las personas egresadas para coordinar talleres de arte, entonces ¿cómo puede ser que se considere que alguien que no tenga ésta formación artística-docente pueda llevar adelante talleres artísticos? Hay que terminar con ésta desvirtualización para que una persona coordine un taller de arte debe tener como condición sin excepción el título correspondiente, con esto aclaro que no voy a entrar en cuestiones de desempeño docente concreto ya que excede el tema de este articulo, en todo caso cave aclarar que en todas las profesiones hay buenos y malos profesionales pero es un tema para debatir en otro momento.
    Los problemas antes señalados con los que debe batallar el arte para ocupar un lugar específico y profesional no son los únicos, ni se dan exclusivamente en el ámbito educativo, suceden cosas mucho mas graves en el campo de la salud mental, en éste sentido hay una corriente de psicólogos, psicoterapeutas, psicoanalistas y psiquiatras que adhieren a una disciplina relativamente joven a nivel mundial e incipiente en nuestro país, pero que cobra cada vez más fuerza, llamada “Arte-terapia”, si uno piensa en el nombre puede conjeturar varias cosas con respecto a su practica profesional o su campo de acción. Pero lo que a simple vista parece seguro es que tiene que ver con lo artístico por lo menos en una parte y sin embargo no es así, la parte artística está encarada como instrumento para llevar adelante un proceso terapéutico.
    En un reconocido hospital privado se conformó un departamento de arte-terapia como prestación, en donde los profesores de arte no tienen lugar dentro del equipo de profesionales, esta coordinado por un psiquiatra y es requisito ser psicólogo para poder trabajar allí, parece que es importante tener un título que habilite para hacer terapia, pero no es igual de importante un título que habilite para hacer arte.
    La conquista de un espacio propio y delimitado
    Aportes específicos del taller de arte:
    La posibilidad de crear implica construir algo nuevo utilizando parámetros propios, singulares; esa es la idea a la que adherimos cuando nos referimos al papel que cumplen los talleres artísticos. Desde ellos la propuesta principal es la de brindar un espacio para desarrollar la creatividad, la cual está íntimamente ligada a la subjetividad, o sea, lo que queremos significar con “lo propio”, tiene que ver con la búsqueda de lo interno, de aquello que muchas veces queda relegado por no ser compatible con lo establecido y de esa manera se deja adormecida una parte vital de todo ser humano en su aspecto más íntimo e individual. Es a través del arte donde la posibilidad de descubrir un estilo propio, único e irrepetible queda abierta. A lo largo de los años de experiencia en coordinar talleres de arte hemos encontrado como punto de partida una constante que por sus consecuencias presentes y futuras es alarmante: Ante preguntas como “¿Qué soy capaz de hacer, de dar? ¿Qué tengo para decir? ¿Qué siento? ¿Qué pienso? ¿Qué tengo ganas?”, hemos verificado que muchas veces quedan sin respuesta, sin ser incluidas dentro del marco de la actividad, o con respuestas cargadas de prejuicios. Esto tiene como efecto producir un aplastamiento del sujeto, o incluso, una clausura de su posibilidad de emergencia. Se hace necesario rescatar la propia mirada, aquello que cada uno es y tiene para decir, y valorarlo. Si hablamos de una sociedad donde lo "diferente" es cuestionado, marginado, relegado, ¿cómo podemos encarar el trabajo con personas con algún tipo de discapacidad o con necesidades diferentes, personas que por padecer algún trastorno físico, mental, anímico, etc., se enfrentan con una realidad dura y difícil, una sociedad que los margina, los excluye o en el mejor de los casos trata de incluirlos desde parámetros ya estandarizados imprimiendo una pseudo adaptación cargada de esfuerzos, frustraciones prejuicios? La propuesta entonces es brindar un espacio para desarrollar el potencial expresivo. En un taller de expresión artística aquella está basada en la interacción social a través del arte, elaborando producciones artísticas en donde cada individuo vuelca su mundo interno y brinda una parte de sí mismo en una creación que posee significado para él. Se trata de poner el acento en lo singular de cada uno, valorar al artista teniendo siempre presente que se es artista independientemente de la discapacidad y con esto no se trata de negar sino de correr el "foco" y comenzar a ver a la persona en su totalidad. Se trata de sumar, de rescatar, de cambiar el sistema de valores y de brindar como sociedad la posibilidad de una real integración.
    Los objetivos principales del taller de arte en este contexto:
    1. Ofrecer a los participantes la oportunidad de descubrir toda una gama de posibilidades, donde sean protagonistas, donde puedan conectarse con aquello que les es propio, su subjetividad. Brindarles las herramientas necesarias para que puedan sentirse valorados y respetados como personas, acceder a un lenguaje sensible con el cual canalizar sus emociones.
    2. Acompañar a la persona en su búsqueda estética propia y su desarrollo potencial como artista, entendiendo a ésta figura en su aspecto más amplio, como persona creativa capaz de ofrecer a otro aquello que le es propio (lo que tiene para decir).
    3. Ofrecer un ámbito donde, a través de diferentes técnicas y materiales, el individuo pueda comunicarse con su entorno y canalizar aquellas demandas internas que encuentran una vía de expresión accediendo a la sublimación.
    El rol del coordinador
    El coordinador del taller tiene múltiples funciones:
    1. Realizar un diagnóstico grupal e individual referido a las dificultades y capacidades, así como a los recaudos que deba tomar en pos de mantener el bienestar psíquico y subjetivo de los participantes.
    2. Realizar un diagnostico grupal e individual referido al nivel expresivo, luego a partir del diagnóstico planificará actividades que respondan a objetivos generales y específicos, el diagnóstico grupal le permitirá elaborar una dinámica de trabajo acorde.
    3. Evaluar cuando será necesario modificar total o parcialmente una propuesta.
    4. Contar con respuestas para resolver problemas técnicos.
    5. Brindar una adecuada contención grupa e individual.
    6. Actuar como acompañante y facilitador en el proceso creativo.
    7. Debe realizar una auto evaluación permanente.
    8. Ser capaz de escuchar aquello que se dice y aquello que se demuestra con la acción.
    Para lograr éstos objetivos es fundamental la intencionalidad de las actividades y recursos que se proponen (teniendo en cuenta la particularidad de cada individuo, su recorrido, intereses, demandas, deseos, etc.). No se pueden proponer las mismas actividades para todos indiscriminadamente. Estas deben responder a objetivos específicos que apunten a facilitar la expresión, la comunicación, conocer unas cuantas técnicas artísticas no alcanza, es fundamental que el coordinador tenga “criterio artístico” rescatando lo expresivo, lo creativo, lo personal, la propia imagen, sin imponer parámetros estéticos preestablecidos.
    Es necesario un cambio radical y una profunda concientización para avanzar en el real trabajo interdisciplinario, que por el momento es mas una expresión de deseo que una práctica profesional verdadera y concreta, donde se trabaje con respeto por las especificidades de cada disciplina, sus aportes y campos de acción, aunar criterios de abordaje pero sin ahogar las particularidades, crecer en la diversidad apostando a la diversidad y abandonando definitivamente la hegemonía de algunas disciplinas que se erigen como dueñas de un saber único que no hacen mas que “mediocrizar” los recursos y las intervenciones, tratando de monopolizar el campo profesional con la triste y patética ilusión de asegurarse una permanente fuente de trabajo, en una sociedad que cada vez más necesita de profesionales abiertos y pluralistas que puedan responder a las necesidades de los individuos.
    Éste artículo es un llamado a la reflexión por parte de todos los implicados en el tema, aquellos que hacen y aquellos que dejan hacer.

    Paula Llompart es Profesora Nacional de Cerámica Artística. Terapista Ocupacional. Especialización de postgrado en Arte Terapia en el Instituto Universitario Nacional de Arte.

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