El presidente honorario de APADH (Psiquiatras Adherentes por los DDHH) es el Dr Vicente Galli, Medico Psiquiatra Ex Director Nacional de Salud Mental; Ex Profesor Titular de Salud Mental en la Facultad de Medicina de la UBA, autor de numerosas publicaciones en materia de salud mental.
La entrevista es respondida por Federico Beines, psiquiatra miembro de APADH.
-¿Por qué crearon la APADH (Psiquiatras Adherentes por los DDHH)?
-La asociación surge como una necesidad de agruparnos en torno al cambio que se viene gestando en el campo de la salud mental, con las experiencias de reforma de los sistemas de salud, ya sea en nuestro país como en el mundo. Estas experiencias tienen en común el dejar de lado un modelo asistencialista para pasar a otro de salud mental comunitaria, de base territorial, con miras a la promoción y la inclusión social. Esto abarca también el pasaje de un enfoque tutelar de las acciones del Estado con respecto al padecimiento mental, a un modelo de promoción de los derechos de ciudadanía. Toda esta tendencia se enmarca en los cambios operados en el sistema de salud en general, con una descentralización de los sistemas de atención, una importancia creciente de la atención primaria, dejando atrás el modelo centralizado en el hospital como respuesta única a los problemas de salud. Para poder estar a la altura de este cambio es necesaria la acción de múltiples movimientos colectivos, que se vienen tejiendo como red cada uno desde su lugar. Por eso nace APADH, con la expresa intención de formar parte de estos movimientos, en interacción con todos los actores que trabajen para la inclusión social. Nos pareció que desde la psiquiatría había un lugar vacante en este sentido. Si bien había psiquiatras trabajando en esta línea, decidimos que teníamos que reunirnos con una identidad que nos permitiera actuar en la diversidad para esa transformación. Por eso se incluyen como miembros plenos de esta asociación a profesionales que no sean psiquiatras, abarcando también a interesados que no tienen por qué ser profesionales. Por ejemplo, usuarios, familiares y voluntarios en general pueden formar parte, puesto que uno de nuestros objetivos es la igualdad de jerarquía de todos los miembros del equipo de salud.
-¿Qué objetivo tiene?
-Se trata de una asociación científica y social, sin fines de lucro. Esto se basa por un lado en acciones de formación y capacitación, y por el otro en dar visibilidad a las problemáticas de salud mental y sus nuevos abordajes, así como la promoción de derechos. Más allá de la formación clásica en psiquiatría, existen muy pocos espacios para que los médicos puedan capacitarse en las destrezas necesarias para la reforma de un sistema de salud, con todos los contenidos técnicos, políticos y sociosanitarios que se requieren para ello. La idea de la asociación no se reduce a incidir en el posgrado, sino que también nos gustaría trabajar contenidos en los programas de pregrado, como muchos de nosotros venimos haciendo en distintas facultades. También tenemos como objetivo apoyar a todos los trabajadores de la salud mental comprometidos con la transformación y reforma de los sistemas de atención, respaldándolos cuando soliciten o necesiten expreso apoyo ante situaciones laborales de dificultad. Esto se enmarca en la necesidad de una democratización de los servicios de salud mental, con igualdad de derechos y obligaciones para todos los actores implicados. Servicios que antes eran territorio casi exclusivo de los médicos psiquiatras, pero que demostraron inefectividad en esa estructuración verticalista.
-¿Qué acciones llevará a cabo?
-Los estamentos políticos no pueden ejercer la transformación que requiere el ámbito de la salud mental por sí mismos sin incluir a las organizaciones sociales y, de forma más abarcativa, la cultura y sus actores en general. Si bien parece haber decisión política a nivel nacional para ejecutar acciones en la línea de estas transformaciones, estimamos necesario continuar realizando algunas acciones desde la sociedad civil que profundicen este modelo.
En cuanto al rol social preponderante de los medios de comunicación, queremos actuar en la visibilización de la salud mental de acuerdo con los nuevos enfoques, el cambio hacia las nuevas políticas y normativas vigentes. Sensibilizarlos acerca de las problemáticas de salud mental recomendando evitar una perspectiva estigmatizante. Se trata entonces de difundir e informar sobre estos principios de manera que existan cambios sustanciales culturales en las demandas actuales de la comunidad modificando la actitud frente a abordajes ya superados. Tenemos un sitio web participativo en el que pueden realizarse denuncias sobre estas cuestiones, o intercambiar en general. La idea es contribuir a una despatologización de las problemáticas de salud mental.
También intentamos visibilizar que la participación comunitaria es esencial en todo el proceso de planeamiento y ejecución de las políticas y prácticas sanitarias. Y en este sentido estamos ante una oportunidad histórica de participación que se abre por la promulgación a finales de 2010 de la Ley Nacional de Salud Mental.
-¿Cuál es la relación entre APADH y la Ley Nacional de Salud Mental?
-Entendemos que la Ley constituye una herramienta técnica y política para exigir mejoras en la accesibilidad a la salud. En muchos lugares del país se trabajaba con criterios semejantes a los enunciados en la Ley, sólo que ahora esta modalidad queda legitimada y no aparece más como un capricho de un grupo de personas que quieren trabajar diferente. Por eso nuestro lema es implementando la ley 26657, ya que nos identificamos con el espíritu de la ley en cuanto al modelo inclusivo que propone. En este sentido nos parece fundamental la apertura de servicios de salud mental con base en la comunidad, tal como marca el texto de la Ley. Esto implica una territorialización de los sistemas de salud que faciliten la accesibilidad de la población para una disminución de la brecha entre las personas afectadas y las que realmente acceden a algún tipo de atención. Esto sólo se consigue mediante la conformación de una red asistencial para que las experiencias que hasta ahora se consideraban de salud mental “alternativa” y funcionaban de forma aislada, pasen a formar parte de un entramado sólido que en salud mental sean la “mayor complejidad”. Con esto se apunta a dejar atrás al hospital psiquiátrico como sinónimo de alta complejidad, puesto que la respuesta de aislar a alguien constituye, en efecto, algo de bajísima complejidad.
-¿Cuáles son para usted los puntos principales de la ley 26.657?
-La sustitución del modelo de atención en monovalentes a una nueva modalidad de abordaje comunitario parece esencial. Todos los servicios que mencionábamos con base territorial conforman un modelo para dar respuesta a las cuestiones más complejas de la salud mental. Por eso decimos “abrir antes que cerrar”. ¿Cómo se hace esto?
La ampliación del presupuesto de salud mental hasta el 10% del presupuesto general de salud es otro de los puntos más destacados, que coincide con lo que se necesita para poder ejecutar esta sustitución de la que veníamos hablando.
-¿Cuál cree que es el cambio que primeramente debería realizarse al implementarse?
-La Ley incluye algunas prioridades temporales, como por ejemplo el censo de pacientes internados en monovalentes, o la aplicación de los contenidos para el ámbito de las obras sociales. Sin embargo, pensando en el momento de transición entre las estructuras predominantes hoy en día que son los monovalentes (que se llevan casi la totalidad del presupuesto de salud mental), creemos que es prioritario invertir en la creación de servicios de salud mental basados en la comunidad. Esto apunta a instalar de forma definitiva un modelo sustitutivo al régimen que lamentablemente lleva casi dos siglos sin ninguna evolución, que es conocido como “modelo manicomial”. Mientras en el sector salud las innovaciones son uno de los puntos fuertes, el manicomio no demostró ser un modelo sanitario o social adecuado.
En los años 50, con el advenimiento de los psicofármacos, se pensó que se iba a poder mantener a los llamados “enfermos” en menores plazos de internación, lo cual no sucedió. Hoy los monovalentes siguen siendo lugares de residencia prolongada, cronificando y agravando los motivos de ingreso. Se trata de un lugar que sólo produce exclusión. Si bien para eso fue creado, hoy se trata de una institución inadmisible. El estigma que recae sobre los usuarios, producido en gran parte por el mismo manicomio, hace que un monovalente de salud mental se convierta en un lugar que por lo general produce exclusión.
Nuestro sistema de salud mental tiene que estar incluido en el sistema de atención de salud en general, por eso las internaciones deben realizarse según la Ley en hospitales generales, justamente para prevenir la cronificación. El primer nivel de atención debe ser resolutivo y no meramente un detector de problemas, porque si funciona de esa manera termina derivando todo a un dispositivo centralizado como el monovalente. Se pone en marcha un efecto dominó en el que nadie se hace cargo de la crisis, y una situación que tenía baja complejidad en un inicio y que podía ser abordada cerca de su domicilio termina en un lugar de exclusión, casi siempre lejos de su lugar de origen, separado de sus redes familiares y sociales. Por eso los equipos de salud tienen que contar con salud mental y participar de los dispositivos de atención 24 horas que hubiese en cada jurisdicción. Así es como muchas experiencias exitosas de reforma han conseguido dar respuesta a este desafío sanitario que es la atención en salud mental.
Federico Beines es Médico especialista en psiquiatría infanto juvenil. Ex residente del Hospital Tobar García. Profesor auxiliar de Psicología Evolutiva, Universidad del Salvador. Ex Psiquiatra del Centro de Salud Mental de La Matanza. Ex Psiquiatra de Consultorios Externos del Hospital Tobar García