Los aportes posteriores del Psicoanálisis, el ingreso masivo de los psicólogos al campo, ante la vacancia de psiquiatras en los Estados Unidos en los años siguientes a la segunda guerra mundial, la implementación terapéutica de los conocimientos adquiridos primero por la investigación conductista y luego por los alcances de la revolución cognitiva y la neurociencia; llevaron la profesión de psicoterapeuta y a los psicólogos de ese país y luego globalmente al centro de la escena laboral.
En los últimos años, el acento puesto en la salud y la búsqueda de mejoras en la calidad de vida, volcaron parte de la actividad de la psicoterapia hacia la prevención y/o el apoyo de las terapéuticas médicas. Al entenderse a la persona como una unidad indisoluble cuerpo-mente, desde el punto de vista práctico la Psicología como ciencia de la conducta ha adquirido un lugar central de participación en el conocimiento y resolución de los problemas de la vida humana.
En nuestro país el fenómeno tiene características reconocidamente propias: Entre 1957 y 1997 se graduaron 68.000 psicólogos en los Estados Unidos y 44.000 en la Argentina con poblaciones actuales de 295 y 38 millones respectivamente. (Datos de elaboración propia en base a Alonso, M.;Gago, Paula, T. (2005) Algunos aspectos cuantitativos de la evolución de la Psicología en la Argentina 1975-2005, fepra.org.ar; Goldstein, L.D. (1988) Report of the executive Vice.president:1987, American Psychologist,, 43,491-498; APA (1997) Report, (2001) Clinical Psychology, 6th ed.)
La migración de psicoanalistas europeos provenientes de conflictos en Europa, como la guerra civil española y la segunda guerra mundial, le dio desde su origen a la profesión cierto color local, el rol de psicoanalista se superpuso hegemónicamente con el de psicólogo, generando algunas confusiones. Hoy, con cierto retraso histórico, se van creando nuevas condiciones que llevan a incorporar al grado universitario y la formación profesional corrientes y modelos clínicos provenientes de otras escuelas como la conductual, cognitiva-conductual, sistémica, gestalt y el psicodrama. También se da una ampliación del clásico formato de tratamiento individual hacia las terapias de pareja, familia, grupos, redes sociales y comunitaria.
La oferta profesional motivada por la creación de las primeras carreras de psicología en las universidades nacionales luego extendida a la educación privada, la demanda aportada por cierto estilo global y moderno de la sociedad urbana argentina , las nuevas expectativas de salud en la población han creado condiciones para un desarrollo fecundo de la profesión de psicoterapeuta. Hoy las tareas alcanzan a gran parte de la población y a todas las clases sociales a partir de la oferta del sector público en hospitales, del sector privado en clínicas y consultorios y bajo la cobertura de obras sociales, seguros de salud y fundaciones sin fines de lucro.
Más que en cualquier otro país del mundo –salvo los Estados Unidos- los actuales 65.000 psicólogos argentinos, con títulos habilitantes, amparados por leyes de ejercicio profesional, con una demanda creciente de sus servicios en la población, son en su gran mayoría psicólogos clínicos o psicoterapeutas. No es exagerado decir que constituyen un factor clave en el sostén de la atención de salud mental en el sector público y tienen un impacto muy significativo en el sector privado.
Siguiendo la metáfora de la ingeniería, del mismo modo en que los ingenieros evalúan si para unir dos costas utilizarán un puente de pilotes o un puente colgante, o uno mixto de pilotes y colgante; los psicólogos clínicos utilizan diferentes corrientes de pensamiento y estas a su vez seleccionan herramientas que definen modelos diversos. En general los modelos psicoterapéuticos son aplicaciones provenientes de las corrientes básicas de la disciplina. Así hay psicoterapias conductuales, psicoanalíticas, cognitivas, sistémicas, fenomenológicas, etc. Cada una prioriza técnicas específicas que tienen cierto consenso sobre su legitimidad, otorgado por la enseñanza universitaria y aceptados por las asociaciones profesionales. Son modos o maneras en que se ejerce la psicoterapia y constituyen lo que se define como “el estado del arte”.
Este se aplica a varios tipos de problemas: trastornos mentales como las fobias, la psicosis, el autismo, la depresión, la ansiedad, etc., problemas surgidos en el afrontamiento del ciclo vital y las circunstancias contingentes de la vida como recibirse, casarse, migrar, duelos, etc. En los últimos veinte años es creciente la participación de los psicólogos en el apoyo psico-educativo para el manejo de enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad o la diabetes.
En la actualidad, a 100 años de su nacimiento, los nuevos conocimientos acerca de los efectos del estrés sobre la conducta humana en general y en el malestar psicológico en particular, en las enfermedades profesionales y médicas, agregado al rol otorgado en las ciencias de la salud al manejo de los llamados estresores cognitivos, ambientales y sociales ofrece al psicólogo clínico un espectro aún más vasto e intensivo de futura actividad profesional.
Martin Wainstein. Doctor en Psicología Clínica. Prof. de Clínica Sistémica de las universidades de Buenos Aires, el Salvador y Palermo Profesor invitado del Mental Research Institute, Palo Alto, USA y del Minuchin Center for the Family, New York, USA. Director de Fundación Instituto Gregory Bateson e investigador de UBACyT