-Hace varios años está realizando una investigación sobre sistemas aula y violencia escolar. ¿Cómo aplica lo sistémico a la educación?
-Estamos desarrollando un programa donde el objeto de estudio es el aula vista como un sistema, un tema bastante novedoso. Tenemos un instrumento realizado en Estados Unidos que permite hacer ciertas mediciones en el funcionamiento del aula, incluyendo al docente y a los alumnos. El programa está diseñado para tipificar sistemas-aula, por su funcionamiento; es un modelo estadístico que está tomado del análisis de familias en el cual el aula es un sistema más amplio. También desarrollamos un programa de intervención sobre las aulas, y verificamos si hay modificaciones en la conducta o en la organización de todos los sistemas a partir de intervenciones nuestras. Es un programa muy exitoso en el sentido que aprendimos mucho acerca de que se puede modificar mucho de la conducta y funcionamiento de un sistema-aula y también esto tiene un impacto muy grande sobre la conducta de los chicos. Funciona como un elemento de prevención y mejoría de problemas que están presentes en los chicos y de esta manera no están enfocados ni individualmente ni como terapia familiar, sino a través del trabajo con el sistema aula que es más amplio.
-¿Quiénes intervienen sobre el sistema aula?
- Las intervenciones se realizan en talleres coordinados por psicólogos, psicopedagogos, y se hacen filmaciones también. Es un trabajo bastante intenso que requiere de mucha capacitación de la gente que lo está haciendo. Empezamos en el año 2002 y este año se termina la tercer etapa.
-¿Qué cambios ocurrieron en la escuela sistémica desde los primeros desarrollos de la escuela de Palo Alto?
- En realidad, lo que hubo de entrada fue un pensamiento sistémico que originariamente está muy asociado al pensamiento complejo, que surge luego de la segunda guerra mundial. No surge en el campo de las ciencias sociales, sino de las ciencias duras: física, química, biología. Gregory Bateson fue uno de los primeros que trasladó este tema a las prácticas de las ciencias sociales y la clínica. Entonces, hay un pensamiento sistémico, complejo, que en aquel entonces llamativamente se desarrolló de la mano de la física y de las terapias familiares. Luego Bateson se dedicó a estudiar la comunicación esquizofrénica, porque como antropólogo le interesaba la teoría de la comunicación humana. Llamativamente, luego de 10 años de trabajo, surge la Escuela de Palo Alto, de la mano del psiquiatra Jackson. Ese pensamiento sistémico siguió evolucionando hacia el campo neurocientífico, hasta conformar una ciencia de la complejidad. Hoy, no hay conocimiento que no sea sistémico, todo conocimiento es sistémico. Lo que pasa es que la mayor parte de las disciplinas se han apropiado de ese saber sistémico. Inclusive, ahora lleva el nombre de complejidad o pensamiento complejo.
-¿Cómo es que todo el conocimiento es sistémico?
-Todo el pensamiento es complejo y ser sistémico forma parte de la complejidad. Un pensamiento complejo parte del supuesto que nada es reductible a una o dos variables y que accedemos al mundo a través de modelos que son construcciones cognitivas nuestras que nos dan más o menos viabilidad en el manejo del mundo real.
-¿Y la psicología, cómo adoptó ese pensamiento?
-Los sociólogos llegaron antes que los psicólogos al pensamiento complejo. Fue muy tarde, en la década de 1990, a partir de que los psicoanalistas decidieron aceptar este tipo de ideas que la psicología se metió en el pensamiento complejo. Hoy, vía Lacan, intentan hacer compatibles estas ideas con el pensamiento lacaniano. En la actualidad la psicología moderna se hizo toda sistémica, informacional y neurociencia. Y la psicología se hizo psicología social para salvar su existencia frente al campo de la neurociencia que la desbordó.
-¿Qué características tiene un terapeuta sistémico?
-Dentro del mundo sistémico hay diferentes instituciones: la escuela de Palo Alto, Minuchin, construccionista, escuela de Washington etc. pero todas estas son camisetas que requiere el profesional para tener inserción en un mercado profesional. El conocimiento está, no necesita insertarse en un mercado. En ese pensamiento que evoluciona, no hay escuelas, sino que hay una complejidad creciente que hace que hoy en día los científicos desarrollen modelos de conocimiento que se aplican a diferentes áreas.
-¿Cuál es su opinión sobre la nueva versión del DSM?
-El DSM está pensado en términos de la actividad de profesionales que trabajan para empresas. El psicólogo de empresas hoy es un empleado que trabaja para una compañía de seguros y ésta lo que necesita es poder clasificar muy bien lo que le pasa a su mercado de demanda, y organizar bien la oferta. Lo que está fabricando el DSM es una gran entidad desagregada que clasifica la demanda: a cada necesidad le corresponde un procedimiento terapéutico. Y el DSM responde a ello, no hay que pedirle más; para eso no es un mal producto. Clasificó las enfermedades de la gente y les dio una entidad comunicable entre los profesionales. Muchas veces se le critica al DSM que es ateórico, pero no lo es, porque su teoría es muy clara, tiene un enfoque cognitivo conductual. Es ateórico para el psicoanalista que no puede hacer compatible el DSM con el psicoanálisis. Para un psicólogo social, el DSM es una herramienta de trabajo, un clasificador.
-¿Qué caracteriza a un terapeuta sistémico?
-Fundamentalmente es una terapia del aquí y ahora. La idea del terapeuta sistémico es que la gente se enferma o daña porque ha quedado atrapada en sistemas comunicacionales patologizantes. Entonces, si modifica esas formas de interacción que las personas tienen, por eso es situacional, la persona va a dejar de tener esos síntomas. Ese es el gran aporte. Sobre todo, le da enorme peso a la familia real como agente terapéutico de los problemas humanos. Porque el planteo es que gran parte de los problemas humanos surgen por sistemas patologizantes de la familia. Pero en lugar de atacar a la familia, la convierte en un agente terapéutico.
-¿Cuál es la principal habilidad del psicólogo sistémico?
-Es un terapeuta que trabaja cara a cara, tiene que manejar muy bien el lenguaje, ya que la herramienta de la psicoterapia es la conversación. El uso retórico de las palabras, la forma en que organiza el lenguaje. Y es un gran modificador de los contextos del paciente, ya sea contexto familiar, laboral o educativo del paciente. La gente mejora si cambia el contexto. Es una teoría de la conciencia y del lenguaje.
Martin Wainstein. Doctor en Psicología Clínica. Prof. de Clínica Sistémica de las universidades de Buenos Aires, el Salvador y Palermo Profesor invitado del Mental Research Institute, Palo Alto, USA y del Minuchin Center for the Family, New York, USA. Director de Fundación Instituto Gregory Bateson e investigador de UBACyT