En la urgencia el equilibrio pulsional del sujeto se ha quebrado, se ha traspasado la barrera antiestímulos, y es preciso realizar una acción que devuelva al sujeto su estabilidad. Podemos establecer que, la urgencia no sólo compromete a aquel que consulta, sino que, para responder a ella hace falta una acción que sea específica.
En un principio, podemos ubicar tres variables que, consideramos se hallan en juego en la situación de urgencia: el apremio del tiempo, la caída de la función subjetiva, y la necesidad de que la respuesta a dar, sea producida por la vía del acto.
Ahora bien, veamos las distintas modalidades en las que un sujeto se halla en situación de urgencia. Se tratará siempre de momentos en los que la palabra no tiene lugar o tiene poco lugar, donde no hay tiempo para entender, y la modalidad del acto se presenta como única alternativa para detener un sufrimiento insoportable. Urge el momento de concluir. El sujeto se encuentra caído de la cadena significante, de aquellos elementos simbólicos e imaginarios que, hasta entonces le brindaban un lazo al Otro. Se halla arrojado a la angustia, ante la emergencia pulsional que, como perturbación económica, rompe con los circuitos facilitados por las huellas mnémicas. Exceso de cantidad que inunda al sujeto, y quien sólo encuentra como modalidad para acotar dicha situación de crisis subjetiva, la inminencia del acto. El riesgo del acto será lo que guiará a que la intervención del analista sea, a su vez, también sostenida desde el acto.
Urgencia del sujeto cuando se presenta desde la modalidad del acting. No hay que dejarse engañar con que sólo se trata de un llamado al Otro, ya que hasta que ese sujeto no encuentre un lugar en el Otro, no detendrá la modalidad bajo la cual realiza el llamado. El Otro le resulta insoportable en su consistencia y, el sujeto busca descompletarlo restándole un elemento que, es revestido fálicamente, a los fines de poder alojarse ahí.
En las psicosis, la vivencia de fin del mundo, la caída del sujeto en la perplejidad, conlleva a las diferentes variantes de pasaje al acto que, son siempre intentos fallidos para acotar el goce del Otro.
En todos los casos nos encontramos con las mismas variables: mortificación insoportable ante la consistencia de un Otro que, arroja al vacío al sujeto. Por lo tanto, suspensión de la función subjetiva y el riesgo del acto como intento de su restitución. Se trata, sin duda, del orden del hacer: riesgo del acto en el paciente y urgencia de la intervención del lado del analista que, en las crisis subjetivas, adquiere una modalidad particular. La intervención del analista como tal, también se halla suspendida. Si en la urgencia sostenemos que, la situación de crisis se presenta, justamente, como una caída de la función subjetiva, en tanto el sujeto se halla identificado al objeto como resto de la estructura, sin el sostén simbólico ni las significaciones imaginarias que, hasta entonces, le brindaban un lugar en el Otro, la respuesta del analista se ubica, en estos casos, desde la función del amo. No hay sujeto a quien pedir asociaciones, no hay sujeto sobre el cual intervenir, se trata por el contrario de que, la intervención contenga, enmarque, aloje el desamparo, para que un sujeto pueda advenir.
¿El analista en función de amo? Sí, porque se trata del riesgo ante el acto, y es en acto la forma de respuesta. Es preciso ubicarse como representante del Otro para alojar a ese sujeto, para operar desde el discurso del amo, a los fines de "normalizar" el sufrimiento. Si bien la intervención del analista no se detiene ahí, es necesaria e ineluctable en un primer momento.
Ahora bien, si sostenemos que, la urgencia debe ser abordada desde el lugar del amo, entonces, necesariamente interviene la institución. Nos preguntamos, si acaso puede abordarse la urgencia por fuera de la institución, ya sea ésta el hospital, la iglesia, la escuela, etc. Consideramos que no, dado que en este tipo de situaciones es necesario el respaldo que brinda la institución, para operar en nombre de la función paterna, con el objetivo de circunscribir, acotar, detener la mortificación subjetiva. La institución funciona como marco que ofrece al sujeto un lugar de hospedaje.
En esta misma línea, cuestiona también la intervención analítica que, en las situaciones de urgencia no siempre un sujeto se acerca "voluntariamente" a la consulta. Es común que, un sujeto sea llevado a la Guardia del hospital, ya sea por un familiar, la fuerza pública, o bien, la intervención judicial, lo cual cuestiona la posibilidad de ubicar una demanda subjetiva, dejando dilucidar un forzamiento que opera por fuera de la dimensión del sujeto.
En el orden legal, la ley define como causante de internación de un sujeto que se halle en riesgo para sí o para terceros. Asimismo, si el profesional evalúa que, el paciente en cuestión responde a esta indicación, aún habiéndose presentado el paciente voluntariamente a un servicio de guardia o de admisión a internación, se resuelve que, provisoriamente el sujeto no se halla en condiciones de dirigir su persona. Caída de la responsabilidad subjetiva hasta que el paciente no sea dado de alta.
Conclusión
Hemos visto que el sujeto de la urgencia es un sujeto que se halla suspendido en su función, identificado al resto de la estructura, y con la posibilidad de la eminencia del acto como modo de concluir en forma apresurada con el sufrimiento, y de lograr restituir algo de su función. También, hemos caracterizado a la función del analista, quien, por un lado, se respalda en la institución como representante del discurso del amo que introduce un orden, una normativización de la mortificación del sujeto. Ahora bien, de más está aclarar que, si bien sostenemos coordenadas generales, ello no implica necesariamente una técnica del dispositivo de intervención en urgencia, porque la modalidad de la operación se va a adecuar a cada caso en particular como bien pudo ser apreciado en las viñetas clínicas. Pero, la función del analista, y en este punto es donde se diferencia del acto médico, no concluye en resolver el apremio temporal, en detener la posibilidad del riesgo. El analista intenta restituir la función subjetiva con el objetivo de, en un segundo tiempo, poner a trabajar a ese sujeto sobre la situación de urgencia, situar un sujeto responsable que debe dar cuenta de su acto. El recurso a la contención farmacológica, física, el hospedaje institucional, el forzamiento mediante la instrumentación del lenguaje, la oferta de identificaciones imaginarias, son todos recursos que apuntan a un tiempo de normativización, para que el sujeto recupere su posición en la estructura. Pero, sin olvidar que no concluye ahí la intervención. Luego vendrá el tiempo del síntoma, el tiempo de reconstruir un nuevo Otro, tiempo de elaboración en transferencia, en los casos de neurosis. En la psicosis, se tratará de un trabajo también de elaboración subjetiva, pero acorde a las características propias del sujeto psicótico, enfrentando las particularidades y vicisitudes de la estabilización.
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