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29 DE OCTUBRE DE 2007 | POBLACIÓN INFANTIL Y JUVENIL

Abordaje de lo in-maestrable de la sexualidad

Cuestiones como el embarazo en adolescentes vuelven a estar en la mira, así como el tema de la explotación sexual infantil. Lo más sorprendente es la masiva expectativa, a veces Total, puesta en el campo de la educación. ¿Qué dicen los maestros acerca de esto? ¿Cómo se sienten cuando la solución del malestar relacionado con lo sexual se deposita por entero bajo el techo de sus aulas?

Por Astrid Álvarez de la Roche - María Solita Quijano
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Sin lugar a dudas, muchos se sienten abrumados. Si bien cuentan con herramientas de invaluable valor, que logran efectivamente ayudar a niños y jóvenes a construir herramientas para la vida, hay puntos en que la cuestión se sale de algunas manos.

Y no hablamos exactamente de problemas que ameritan diagnósticos como alteración mental. Es decir, hay cosas que en la escuela, en los colegios, preocupan a los maestros y a los padres pero que no necesariamente caben en los manuales diagnósticos porque no se trata de un problema que obligatoriamente deba llevarse al consultorio. Incluso, es claro que no se trata de forzar un diagnóstico donde no se requiere. Lo triste es que por pura y llana angustia, algunos docentes, padres o cuidadores, al necesitar ayuda, potencian un equívoco que termina con terapias no requeridas, medicamentos comprados, cuando una adecuada escucha habría podido suspender el camino errático que en ocasiones los pone (a ellos, padres y niños) como consumidores masivos de un “Mercado de la Terapia”.

Por esto, el trabajo con los maestros, padres, cuidadores, facilitadotes, madres comunitarias (entre otros), en espacios de privada y libre expresión, que en la intimidad de un pequeño grupo les permite abordar algo (“eso”) de aquello que genera sensación de “desborde”, de sin saber, de inquietud, rabia o desespero, sirve no solo para efectos de disminuir los costos del ya abrumado sistema de salud, sino para prevenir y apoyar la edificación de los llamados factores de protección, en los adultos y en menores de 18 años.
Sobre el término “eso/algo”, cabe anotar que teniendo en cuenta que la raíz de aquello que genera angustia al ser humano es absolutamente particular en el sentido de la localización psíquica, y sabiendo que ha sido efecto de una compleja relación con el mundo externo – social, cultural, vincular -, es claro que toda expresión forzada o no auténtica que se busque atribuir al objeto que causa malestar y no tranquila motivación, hará fracasar el intento de los adultos por orientar una actitud responsable, de autocuidado, de prevención y protección efectiva.
Es así como el llamado por parte de la Dirección de Profamilia (El Tiempo, agosto de 2007), en el sentido de tratar de ponerle palabras a la expresión poco clara que algunos padres comunican a sus hijos en las advertencias que les hacen para orientar su comportamiento sexual, pueden incluso tener consecuencias contrarias a su intención manifiesta.

Hablar de los temas complicados que implican la sexualidad, intercambiar ideas, trabajar el tema del deseo, merece otra cosa que una clase. Es incluso porque muchas veces los adultos se ponen como conferencistas, aleccionadores, o defensores a ultranza del diálogo y la negociación infinita, que no logran dar lugar al sujeto que los habita y que habita al hijo, al niño y joven.
Ciertamente la indicación "No vayas a embarazar a nadie", o "¡Cuidado con eso!" resultan bastante problemáticas, más allá de su posible consideración como “cantaleta horrorosa”.
Darle sentido ajeno y demasiado rápido a la expresión “eso”, para la adolescente que se queja de que "Mi mamá me dijo que me cuidara pero nunca me dijo de qué", puede forzar un significado en una cadena histórica particular que sin duda podemos catalogar como acto de maltrato, e incluso inadvertencia de derechos porque obliga y no de manera sugestiva, a la admisión de valores. Sin la previa construcción de condiciones para que el joven o niño pueda ceder, aceptar los significantes del Otro, lo único que se hace es causar un problema donde muchas veces no lo hay: resistencia manifiesta (“rebeldía”), libertinaje, rechazo de ideales y límites sociales, terquedad y hasta muerte súbita.

Por esto, no se trata de hacer del padre un maestro que imparta la asignatura de Proyecto de vida, mucho menos hacer del maestro un “Padre en la Cátedra”. Tampoco un negociador y conversador sin límites y amiguero, “par”. Es una confusión que lleva a malentendidos radicales.

Para que los niños y jóvenes efectivamente (y tomando las palabras de la Dra. María Isabel Plata) “demoren un poquito el comienzo de la actividad sexual”, esto es, se tomen su tiempo para efectos de ubicarse como hombres o mujeres, es necesario que los adultos (padres, maestros, cuidadores, ciudadanos), sepan respetar la temporalidad que cada sujeto tiene en el sentido de construir deseos, preguntas y teorías acerca del devenir sexual humano. Esto, por supuesto, en compañía: una que permita advertir en las fallas y dificultades vitales, fuentes para un saber práctico y ético.
Es muy importante subrayar la diferencia en la posición y tipo de intervención que ejecutamos (en cuyo centro está el sujeto) con aquellas que se centran en la transmisión de herramientas de manejo, tips o información, pedagogía.

Si bien es necesario muchas veces aleccionar con base en teorías o casos prácticos, lo más importante es propiciar condiciones para la construcción de aquellas preguntas exactas que en cada sujeto dan la clave para acceder a lo que finalmente se constituye en su objeto causa de dificultad.

Es decir, y tan claro como suena, esa pregunta genuina, esa Buena pregunta, esa que inquieta a cada docente, maestro, cuidador, necesita formularse, y para ello se requiere un trabajo.
De no hacerse esta delimitación, se incurre en el riesgo de recibir toda suerte de capacitación sin que exista una motivación genuina en cada sujeto a partir de la cual aprovechar lo que se le provee. He acá una explicación para el fracaso (ya en la práctica) de diversas modalidades en prevención o asistencia que tocan requerimientos conscientes de los individuos o institucionales, pero dejan de lado cuestiones del deseo, que son inconscientes por definición.
Esta modalidad de trabajo en pequeños grupos, orientado por analistas, dista entonces de ser una terapia pura. Se trata de una aplicación del psicoanálisis que ha demostrado efectividad en aquellos casos en que el individuo es capaz de comprender que no habita en la Era de las Respuestas Generales.
Para ello es necesario, ciertamente, un mínimo rango de tolerancia ante los impasses de la vida. Parte del trabajo que orientamos en el grupo es construir un clima propicio, de sana confianza, entre varios, sabiendo que cada sujeto, desde sus experiencias, historia, coordenadas de vida, tiene modos de expresar lo que le inquieta, desde donde puede construir salidas específicas para el malestar, suyo y el de aquellos que habitan a su lado.
Dicha labor hace parte de las ofertas que desde el psicoanálisis ponemos a funcionar como aporte al desarrollo personal y social colombiano, en pos de una ética del sujeto, sujeto del inconsciente.

Mas informacion:
Asociación Link Social-Bogotá, Colombia

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