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13 DE AGOSTO DE 2007 | RE-PENSAR SU RELACIÓN

Infancia y Locura

El titulo puede ser entendido de (por lo menos) dos maneras. Podemos creer que sabemos de que se trata la niñez, que sabemos a que se refiere el término locura. Y cuando sabemos algo ya no necesitamos pensarlo. La única incógnita de la ecuación a espejar sería el “y”. O, por el contrario, podemos deconstruir y problematizar ambas nociones, la de infancia y la de locura y luego re-pensar sus conexiones.

Por Juan Vasen
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Lo haré desde un pensar que surge quince años de práctica institucional pública en un Programa que no sólo intenta habitar sino transformar este campo.Y encima ponerle animales.

Infancias

La infancia es una construcción moderna pensada para la producción homogénea de “un futuro ciudadano inocente y frágil que aún no es sujeto de conciencia y que tiene que ser tutelado pues allí, en el origen, esta contemplado el desarrollo posterior” Estado, escuela y familia (con la ayuda de la Iglesia) son las incubadoras del hombre del mañana.
Si eso era la infancia, nos encontramos con que los niños de hoy son hijos de marcas, prácticas y discursos cuyo pretendido monopolio parental-estatal-escolar va siendo globalizadamente destronado. A través de una saturación mediática se han ido alterando de modo profundo la raigambre de filiaciones y linajes. Vivimos una época de familias, estados y escuelas desbordados como productores predominantes de subjetividad. Eso que se refleja en la tapa de nuestro DNI que nos acredita antes como consumidores del “Mercosur” que como ciudadanos argentinos Habitamos un mundo cada vez más “post-estatal”, situación donde los estados se han convertido en mercados que ya no saben como seguir siendo naciones. Y muchos tampoco saben si quieren.
La globalización del “mercado y el consumo” lejos de homogeneizar potenció las heterogeneidades en el campo de lo que seguimos llamando infancia hoy. Más bien infancias. O, mejor aún, post-infancias. Más que mocosos, post-mocosos.
De lo mucho que podría decirse al respecto quiero subrayar la diferente relación con la temporalidad, tanto de los incluídos como de los excluídos. Para los primeros el puro presente del mercado para los segundos el puro presente de la exclusión. La asociación moderna entre saber-formación-ciudadanía y futuro va cediendo paso a la combinatoria post-moderna capacitación-información-mercado-consumo (o exclusión)-ahora. Los chicos nos interrogan en consultorios y espacios de atención con preguntas clave: ¿”Para qué ir/o terminar la escuela?” o más aún:”¿Para qué estudiar”. Traducido, ¿para qué y qué esperar?.
Hace quince años, trabajé con colegas de un Centro de Salud en una escuela cercana a la Villa 21. Una maestra nos contaba entonces el diálogo sostenido con un alumno que no lograba terminar su séptimo grado: -”Tenés que estudiar”, le decía.
-”Y, estudiar, ¿para qué?, seño?”
-”Para que mañana puedas encontrar un buen trabajo”
Ante este desventajoso intento de inscribir un clásico discurso moderno, el jovencito, pelo hirsuto, piel morena, ojos de asombro, disparó certero un mortífero:
-”Seño, ¿Y trabajar, para qué...?”

Un papiro de Tebas de 1850 A.C.capturado y traducido en el British Museum dice. “It´s good to talk to the future. It will listen”. ¿Seguro? Siempre pensamos que eran las marcas de un pasado que no podía historizarse (y/o ponerse en juego, en el caso de los niños) lo que “enfermaba. Tal vez debamos comenzar a pensar un contrasentido: nuestros jóvenes padecen de futuro tanto o más que de pasado. Ya no se trata, como antes, de la pretensión revolucionaria de dirigirlo. Ahora se trata de tenerlo. Antes creíamos que lo garantizaba la escuela, ahora parece que las AFJP. Una de ellas sugiere que nos relajemos: “Dejá que de tu futuro nos ocupamos nosotros”. Menos mal...

Además del extravío del porveniir está el acelere. El conflicto entre el ritmo ávido del consumo y las cadencias que requiere la construcción de un saber estalla. En estas condiciones la producción simbólica, fantasmática y lúdica necesaria para una apropiación mutua entre el futuro sujeto y su cultura se realiza en cámara rápida. A la ligera. “A “mil” y con las pilas puestas. Condiciones que dificultan la producción de la propia película. Y entonces el niño, como el país, toma el atajo de comprar la película hecha. O sus padres el psicofármaco. El Director en Un mundo Feliz predicaba: “Un gramo de soma quita por lo menos dos sentimientos desagradables”. Sólo en el 2000 se vendieron 61.400 cajas de Metilfenidato, una de cuyas marcas más conocidas es la Ritalina.
La escuela pretendía ser agente de nivelación e integración social y formadora de ciudadanos, objetivos que no figuran consistentemente en el horizonte de ninguna política actual. Lo que se resta así es configuración y protagonismo ciudadano. Y futuro. Lo que se potencia, en cambio, a través de la globalización es el protagonismo del consumo, ahora.

Dentro de estas relaciones epocales surgen o se acentúan las problemáticas subjetivas centradas en el repliegue, (como los autismos) en la fragmentación (psicosis infantiles ) o en la dispersión y el acelere (clásicamente el ADD) que desbordan los pobres estantes estadísticos donde se pretende ubicar tanto desmadre.

Instituciones
Pienso lo que me piensa, existo. Ignacio Lewkowiz

Tampoco la locura ni las instituciones y prácticas disciplinarias que le han dado históricamente nombre y forma configuran un campo homogéneo.
Las instituciones suelen ser descriptas a partir de definiciones totalizadoras que no hacen justicia a la heterogeneidad que suelen albergar. Definir un hospital psiquiátrico como "manicomio" o "asilo" hace tabla rasa con las diferentes prácticas que lo habitan y con las conceptualizaciones que, de modo explícito o no, las sustentan.

Por el contrario, es posible pensar, según el modelo del “hombre de los lobos” freudiano, lo asilar, lo tecnocrático y lo alternativo como corrientes o dimensiones de la vida institucional que coexisten conflictivamente en una misma institución. La direccionalidad de esa formación institucional, será la resultante de los predominios siempre relativos que resulten de esta heterogeneidad de prácticas.

Lo asilar, el silencio es salud: Durante una visita al hospital el Director del Jardín Zoológico, se encontró con un grupo de pacientes que salían de un salón. Mariela, que había comenzado a concurrir recientemente al Zoo, le comentó resignada, en respuesta a su saludo:
-"Estábamos aquí, en nuestro cautiverio".
En un reportaje a un grupo de internados que se publica en la revista "Gaceta Psicológica" ellos responden a preguntas sobre la situación de la internación:
-"Lo peor es cuando no hacemos nada"...
Una noche en el hospital, un chiquito le suplica asustado a la enfermera:
-"Cerrá la ventana, porque si no entra la noche".
Aquella nada tediosa no es ausencia. Como la noche que entra que entra por la ventana es una presencia inquietante e intrusiva. Como la "Nada" de la Historia sin fin, aquel agente anómico, esa nada suprime escenarios donde desplegar personajes y deja el decir a manos de los actos. Cuando lo que hay es nada, el presente es presencia y el espacio convivencial cautiverio.
Lo tecnocrático: Marcelo iluminó con su graffitti la pared del Servicio de Internación: “En este lugar, todo encuentro casual es una entrevista”.
Lo alternativo: Alejandra, consultada por la enfermera, ya harta, del contraste entre su mal comportamiento en el hospital y su relativa tranquilidad y concentración durante sus tareas en el Zoo respondió, a modo de explicación:
-”Pero Palmira, es que para hacerme la loca está el hospital”.
Tarea fundamental: abrir espacios de resignificación y protagonismo para incidir sobre esos goces institucionales. Re-signar es lo opuesto a la resignación.
Damián se dirigía, temprano, a la casita donde se cammbian los aprendices del Programa Cuidar-Cuidando. Se cruza entonces, casualmente, con “Gallego”, el electricista. No trabajan juntos, Damian lo hace en el recinto de los monos, pero se conocen. El hombre cargaba sus herramientas en ambas manos. Al ver al muchacho, se detiene, deja sus bártulos en el suelo, se saca lentamente los guantes y le estrecha, firme, la mano.
Un encuentro casual no tiene porque convertirse en una entrevista. Siempre que sea posible sacarse los guantes que las diferentes disciplinas y saberes nos proveen (junto con los goces que promueven) para asir el material de que están hechas nuestras prácticas.

Efecto animal

Angeles tiene 8 años y concurre a la granja del zoo desde fines de 2002. Se encontraba en tratamiento en Hospital de Día desde hacía dos años. Sus padres tenían multitud de diagnósticos entre los que se destacaba el de autismo. Al año y medio dejó de comer y hablar. Sólo luego de unos meses recuperó el habla, pero con una jerga con la que pretendía comunicarse sin resultados.
A los cinco vinieron a Buenos Aires. En ese momento todavía usaba pañales, a veces gateaba, hablaba con monosílabos, era muy hiperactiva y no estaba escolarizada.
Un núcleo problemático familiar y fantasmático para Angeles era la muerte de su hermanita mayor y el lugar de reemplazo de ésta donde era ubicada obturando el duelo y cargando con la niña muerta. Su nombre es síntoma de esta situación. En su tratamiento ha jugado a encerrar a un bebé dentro de una caja dandole así “sepultura”
Le sugieren venir al zoo para favorecer el contacto con otros chicos y a causa del interés y curiosidad que demuestra por los animales. Al comienzo era bastante hosca y su modo de alimentar a los patos, por ejemplo, era lanzando una lluvia de alimento balanceado que caía, cual meteoritos, sobre las aves. Su conexión con la tarea era tipo autómata, con gestos repetitivos y mecánicos. Aquí intervino nuestro asesor etólogo que registró que se conectaba con los animales por el olfato. Y nos sugirió que intentáramos un acercamiento más suave, a la altura de los ojos de los gansos que redundó en una mejor conexión.Todo hasta que una mañana tomó entre sus manos un conejito muy pequeño y luego de algunos torpes mimos lo arrojó al piso. Fue retada a viva voz por este gesto que, no estaba contemplado en niguno de nuestros manuales de cuidado animal y que, sin embargo, fue un punto de inflexión. A partir de ese momento, “muerto el perro/conejo/tal vez hermanita” despliega una mayor dosis de ternura. Lleva y trae a los conejos, se acerca a los gansos y cisnes, ha hecho “amistad” con otro chico a quien toma de la mano. Juega a arropar un muñeco. En casa habla de los animales, en especial, de la jirafa. Ha establecido una clara noción de temporalidad organizada a partir del día que viene a la granja. Ahora sabe los días de la semana anteriores y posteriores al lunes. Aprendió a esperar y pudo despegarse de sus padres, separación que a comienzos de año era muy difícil. Este año concurre a una institucion educativa en la que esta aprehendiendo a leer y escribir. Donde además hay una granja de la que ella es, por supuesto, instructora.

El presente trabajo fue presentado en el Congreso de Madres en Noviembre 2004.

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