Esta referencia fundamental, de cuya correspondencia con el escrito de Lacan nos ocuparemos aquí, incurre en una serie de incorrecciones más o menos curiosas. Y esto, en principio, porque Lacan critica los errores de lectura y traducción de Macalpine y Hunter (cf. Écrits, p. 545 en nota l).
Sería deseable, entonces, que el crítico no cayera en la misma tentación que descubre. Sin embargo –y, tal vez, histeria mediante como anotaría Freud–, Lacan comete los mismos errores: cita y traduce mal, inventa e incluso fábula un poco.
1. Para empezar, la traducción Memorias de un neurópata (Écritsv, p. 536), propuesta para el alemán Denkwürdigkeiten einen Nervenkrankenv, parece incorrecta. Es preferible –y Schreber lo señala varias veces en su libro– Memorias de un enfermo nervioso. Schreber se pensaba en situación de stress, con los nervios maltrechos, hasta con el cerebro reblandecido; nunca neurópata, loco. Y, después de todo, el autor es Schreber y no un psiquiatra.
2. La langue de fond (Écrits, p. 537) que traduce al francés la expresión alemana Grundsprache es, según nuestra opinión, un giro un tanto forzado. Parece preferible idioma fundamental (como traduce Ballesteros) o bien lengua primitiva (como traduce Ramón Alcalde en la edición castellana de Carlos Lohlé).
3. Otro hecho observable en la misma página atañe a la enumeración de eufemismos a la que se entrega Schreber. En buena parte de esos ejemplos no se trata de eufemismos. Esta observación pasó por alto a Freud y, luego, a Lacan. En efecto, "veneno" por "alimento" puede pasar por ser una representación anti¬tética o una metáfora pero no tiene nada de eufemismo, salvo que se invierta la relación; "impío" por "pia¬doso" incurre en el mismo caso; que Dios sea calificado como "aquel que es y será" es una perífrasis –como el mismo Schreber señala es perífrasis de inmortalidad–; la purificación de almas designada como "probación”–las almas que no habían cumplido ese proceso eran designadas, al contrario de lo esperable, “almas probadas”– también incurre dentro de las representaciones antitéticas.
¬4. Una alteración inexplicable de Memorias tiene lugar cuando Lacan cita una secuencia de fenómenos observada por Schreber (Écrits, p. 560): 1) el milagro del aullido; 2) el llamado de socorro; 3) la eclosión próxima; y 4) La aparición de creaciones milagrosas. Schreber, en cambio, escribe: 1) algún alboroto en mi cercanía; 2) el milagro del aullido; 3) el levantarse el viento; y 4) los gritos de socorro (cf. Memorias, op. cit. , p. 169).
Lacan altera el orden de la enumeración y elimina de ella "el levantarse el viento", en su lugar ubica a “las creaciones milagrosas" como si aprovechara el soplo de un prestidigitador. Sin embargo, no debe creerse que en esta referencia adulterada se base alguna deducción. El error no tiene consecuencias teóricas. Eso es lo raro: es una pura imprecisión, una suerte de capricho y, aún, de deseo.
5. Macalpine –repite Lacan– observa que todas “1as creaciones milagrosas” son especies volantes (Écrits, p. 560). Salvo las arañas –diremos nosotros–, a las que, por el momento y a pesar de la metonimia mosca-araña, nadie descubrió alas (cf. Memorias, p. 202).
6. Schreber, refiriéndose a su Dios, habló de perfidia. Lacan observa que la palabra esta en francés en el original: perfidie (Écrits, p. 563). Pero en francés y en alemán perfidie tiene exactamente la misma ortografía, ¿cómo saber que Schreber se expresó en francés en esa ocasión? Además de ser una oportunidad poco propicia para apelar a otra lengua, no hay ningún subrayado en el original que justifique convencionalmente la introducción de un vocablo extranjero.
7. Lacan sostiene que las voces informaron a Schreber sobre la aparición de la noticia de su muerte en el diario (Écrits, p. 567). Schreber, por su parte, dice haber leído, por sí mismo, esta noticia. La alucinación es visual y no auditiva.
8. Por último, Lacan novela bastante un momento de la relación entre Schreber y Arimán: “En cuanto a la cuestión que promovemos aquí respecto de la incidencia alienante del significante, retendremos ese nadir de una noche de julio del '94 en que Arimán, el Dios inferior, develándose a Schreber en el aparato más impresionante de su potencia, lo interpela con esa palabra simple y, según dice el sujeto, corriente en la lengua fundamental: “¡Luder!” (Écrits, p. 573). En rigor Schreber cuenta que mantuvo una larga conversación con Arimán, en el curso de la cual la palabra Luder se pronunció repetidas veces: "(...) y la palabra "carroña" –vocablo muy frecuente en el lenguaje primitivo cuando se trataba de hacer sentir el poder y la ira divina a un hombre que iba a ser aniquilado por Dios– ¬se escuchó con frecuencia" (cf. Memorias, p. 118).
La reconstrucción de Lacan es ingeniosa y literaria; tal vez, un tanto novelesca. Nos recuerda El diablo enamorado de Cazotte, el ché vuoi? que Belcebú espeta a quien lo invoca.
Carlos Faig. Psicólogo (UBA) y psicoanalista. Publicaciones: La transferencia supuesta de Lacan, ed. Xavier Boveda, Bs. As., l985; La clínica psicoanalítica, Xavier Boveda, 1986; Lecturas clínicas, Xavier Bóveda, 1989; Refutaciones en psicoanálisis, Alfasì, 1991; Nuevas refutaciones..., Alfasì, 1991; La escritura del fantasma, Alfasì, 1990; El saber supuesto, Alfasí, 1989. Ex profesor UBA (adjunto en Psicología comprensiva y titular en Fundamentos de la práctica analítica).