Sinopsis, La belleza de las cosas
En la ciudad sueca de Malmö (1943), un adolescente en pleno despertar sexual es seducido por una maestra, quien -a su vez- soporta un matrimonio frustrado. Simultáneamente, la amistad que surge entre el joven y el esposo de su amante le da una visión diferente sobre el romance, la educación, la vida y el futuro.
Análisis de la película
Bo Widerberg, director de cine sueco, es además novelista y crítico cinematográfico. Se da a conocer como escritor de fuertes críticas contra el cine de posguerra.
Preocupado por los temas de carácter social, suele presentar dentro de sus films conflictos generales a través de problemas individuales. No es casual el ámbito espacial y temporal en el que se desarrolla el film -la ciudad de Malmö en 1943 durante la Segunda Guerra Mundial- si tenemos en cuenta estas perspectivas que el director privilegia.
La historia nos introduce en la vida de Stig, un joven a punto de terminar sus estudios secundarios, que comparte con sus compañeros de clase el interés adolescente por los misterios del sexo. Continuamente él se siente interpelado en su sexualidad por los diferentes saberes que hacen circular sus compañeros. Allí, la curiosidad, los supuestos y el encuentro sexual con su profesora ponen de manifiesto el desencuentro entre la realidad y sus fantasías.
Durante las horas de clase se destacan escenas donde las "transgresiones" aparecen como una prueba de valor que identifica a los estudiantes entre ellos. Es a partir de estas transgresiones que la profesora, Viola, repara en el alumno. A lo largo del desarrollo del romance con ella, se equiparan los lugares que antes se caracterizaban por ser desiguales (maestro-alumno, adolescente-adulto), modificándose radicalmente la relación entre ellos.
Leandro de Lajonquière analiza cómo el adulto, aquél que está en condiciones de fuerza dispares con el niño, "... transforma el mundo infantil en la medida en que le inyecta en germen el artificio de una realidad adulta, esto es, el mismísimo deseo de saber, en palabras de Freud. Más aún, en tanto ese deseo pasa a existir gracias al adulto, como es conforme a la naturaleza de aquello que ya había -el poliformismo pulsional perverso propio del infans- la intervención contiene necesariamente una cuota de violencia simbólica". (De Lajonquiere, Leandro, Infancia e ilusión (psico)-pedagógica, Nueva Visión, 2000, Hace referencia a cómo la operación simbólica de castración introduce el mundo del significante en lo real del cuerpo. La subjetividad humana no es algo natural sino un constructor cultural). Será; así; como el adulto o educador hará; jugar desde este lugar de "autoridad" las vicisitudes de una empresa que nada tiene de "natural", encauzando este ansia de saber, sostenido él mismo como aquél que posee algo que al niño le falta.
Siguiendo con estos desarrollos, me preguntaba: ¿es posible articular el concepto de autoridad a la noción de sexualidad? ¿Cómo opera, a modo de bisagra, la sexualidad en las relaciones que se generan entre maestro-alumno, adulto-adolescente, adulto-niño?
Es interesante la dimensión que abre el film al plantear cómo opera el romance dentro del contexto escolar. No es sólo la seducción de un joven por una mujer adulta, es además la seducción de una maestra a su estudiante. No podemos eludir esta marca a la hora de plantear qué cosas deben ser cedidas para que el aprendizaje surja.
En el texto La pedagogía pervertida, Rene Scherer (Scherer, Rene, La pedagogía pervertida, Laertes, Barcelona, 1983) se plantea que el saber que la sexualidad articula como fantasía es irreductible a la sexualidad legitimada por la escuela. La autora hace referencia a que la inclusión de "lo sexual" a modo de una materia, "la educación sexual", nada podría decir de aquello que causa el deseo sino simplemente "domesticarlo".
Ya Sigmund Freud se había ocupado de la existencia de la sexualidad infantil y de la habitual curiosidad sexual en los niños a la que llamó "investigación sexual infantil". La cría humana en tanto ser de la cultura queda radicalmente separada del saber de la naturaleza y debe aprender "todo" recurriendo para esto a la presencia de Otro. No hay saber del instinto y la presencia de Otro es siempre requerida para que el aprendizaje devenga posible. Esta búsqueda constante, este deseo de saber "sexual", queda excluido o mejor dicho "reprimido" en la transformación que padres y educadores hacen del mismo, al desviarlo de su fin y promocionar dentro del marco escolar conocimientos y contenidos. Freud nos dice: "El ansia de saber del niño testimonia su incansable preguntar que tan enigmático parece al adulto mientras no se da cuenta que todas esas preguntas, no son sino rodeos en torno a una cuestión central, y que no puede tener fin porque el niño sustituye con ellas una única interrogación que, sin embargo, no planteará jamás directamente" (Freud, Sigmund, Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1923).Continuando con el mismo texto, observamos que Freud describe las consecuencias posibles del fracaso de las primeras investigaciones del niño, asignándole a la "pulsión de saber" diferentes destinos. La sublimación sería uno de ellos. Allí, una parte de la pulsión y del deseo consigue sublimarse en curiosidad intelectual, escapa a la represión y se incrementa así el ansia de saber (Millot, Catherine, Freud AntiPedagogo, Paidos, Buenos Aires, 1993). En este sentido, será la renuncia a satisfacer ciertos componentes de la sexualidad, en función de otro tipo de satisfacciones -por ejemplo, obtener una garantía de amor y protección, o desarrollar este "ansia de saber"-, lo que permitirá al niño participar del proceso educativo.
En este largometraje en particular vemos cómo, al mantener Stig un affaire con su profesora, promueve su placer sexual dentro y fuera del ámbito escolar. Se posiciona como adulto y lleva adelante la relación con ella como si fuera un par. A partir de establecer este tipo de relación con su maestra se derrumba el "artificio" que el ritual escolar ponía en juego para él, como espacio de aprendizaje y momento de espera para adquirir los conocimientos con los que debería afrontar las responsabilidades de la vida adulta. Este artificio se sostiene en la suposición de que los escolares son todavía jóvenes o inmaduros, y da pie a la idea del maestro, como aquel que tiene la "autoridad" para transmitir los aprendizajes que les permitirán a los jóvenes desenvolverse en el futuro. Dentro de nuestro armado cultural, se utiliza este tiempo de espera, impasse o latencia por parte de la escuela, para propiciar aprendizajes o conocimientos. Leandro de Lajonquière remarca que lo que el niño apre(he)nde es la diferencia. La ley inscribe la diferencia simbólica entre lo prohibido y lo permitido. El niño se sujeta a su imperio y opera una renuncia pulsional, porque el orden o el deber que esto instaura está subordinado a una promesa. "La promesa que la educación debe vehiculizar inconscientemente es la siguiente: si vos niño aprendés, entonces mañana serás como yo: adulto. Como vemos, la promesa sólo promete porque es solidaria con un deber, aquél del niño de renunciar a querer el lugar del adulto en el presente del instante educativo. De este modo, la educación instaura una falta en el mundo infantil, la de los derechos solamente reservados a los adultos. El niño deseante de eso prohibido, espera por el mañana, y mientras tanto, obedece en el día de hoy"(de Lajonquiere, Leandro, Infancia e ilusión (psico)-pedagógica, Nueva Visión, 2000).
El marco etario que promueve el film es la adolescencia. En esta etapa, los componentes del complejo de Edipo (los padres, la ambivalencia amor/odio, el lugar de la ley, la posición sexuada, la pasividad/actividad) se reeditan en los adolescentes, promoviendo la exogamia, es decir, la búsqueda de otros grupos fuera del núcleo familiar. La metamorfosis no es sólo corporal, sino que se da también en el cambio de los que fueron los primeros objetos de amor para el niño.
Podemos cruzar dos escenas que conjuntamente nos permiten pensar el vínculo educativo y el concepto de autoridad. En una de ellas, al inicio de la trama, Stig permanece en la clase para buscar palabras en el diccionario. La maestra le pregunta qué palabra busca. Le da la respuesta y le dice que ya no necesita buscar más. La otra, al final del film, cuando Stig decide llevarse con él todos los diccionarios. Es llamativo cómo la caída de la docente del lugar de autoridad no quiebra o rompe el lugar de relevancia que sí tiene para él el conocimiento. En este punto, es el montaje de la relación en la suposición de que el docente tiene algo para ofrecerle que él no posee, lo que se quiebra. La institución escuela, como representante y aval de la docente, pierde autoridad conjuntamente con ella. A los ojos de Stig, ya no les supone a ellos un lugar de saber, pero sí cree que puede seguir procurándose los conocimientos necesarios para la vida en otro lugar. Las personas o instituciones a las que se les reconoce un lugar de autoridad, en un determinado momento pueden caer, o desaparecer en otro. Sin embargo, esto no significa que los sujetos no necesiten reconocer, a algo o alguien, "autoridad".
Fabiana Bertín. Psicoanalista. Analista institucional. Asesora de instituciones educativas
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Fuente: Escuela de Capacitación CEPA