-¿Cómo fue que comenzó a darse cuenta que el cuerpo no callaba?
-Siempre estaba apurada, corría. Me mataba por cumplir con lo que me pedían. No sabía decir que no. Que no podía hacer algo o que podía pero con otras condiciones. Las expectativas de los demás sobre mí, eran sinónimo de mandatos a los que debía responder. Para que me quisieran era capaz de hacer cualquier sacrificio, porque de ese modo sentía que existía. Con ese esquema, estaba muy lejos de mí misma. Si me cansaba ni me daba cuenta, seguía haciendo esfuerzos. Tomaba mate, café, para seguir hasta conseguir el objetivo, dormía poco. El cuerpo me mandaba mensajes para frenar, que no los escuchaba. Si me dolía la cabeza, tomaba analgésicos y si tenía acidez, antiácidos. En un momento dado se tornó imposible seguir así. Los síntomas que trataba de sacarme de encima iban subiendo el volumen. Había una parte de mi ser que negaba. Pero aparecía en forma de temblores, falta de coordinación y rigidez en la pierna y el brazo izquierdos. Por un tiempo también los negué. Hasta que la gastritis y la depresión me obligaron a frenar un poco. Tuve que oír los gritos que a esa altura me dirigía el cuerpo y hacer consultas a especialistas. Me encontré con el diagnóstico de Enfermedad de Parkinson. Como tratamiento complementario al de los remedios empecé a hacer kinesioterapia, psicoterapia, gimnasia, Feldenkrais. Recién ahí comencé el camino de re-encuentro con mi alma. Reconocí lo que me pasaba, empezaba a escucharme. Lo que había vivido estaba sellado en el recuerdo corporal. Me fui animando a vivir mi experiencia. Porque no podía hacer más oídos sordos a mi alma. Era ella la que hablaba a través de mi cuerpo. Yo podía callar pero mi cuerpo no.
-En su libro comenta que se sintió extranjera en su propio cuerpo, como una especie de exilio. ¿Cómo lo piensa?
- Lo sentí. No me reconocía frente al espejo. Me veía y me sentía diferente a todos y a mi imagen de mí misma, porque el cuerpo no me respondía como antes. De pronto, no poder controlar mi cuerpo me hizo sentir que no era yo. Que había quedado afuera del mundo de los sanos. Era una extranjera en mi y en el mundo. Estaba “exiliada en el País del Parkinson”.
-¿Qué lugar tuvo la escritura en todo el proceso?
-Dentro de la soledad en la que me sentía, empecé a escribir. Volcaba los sentimientos que me desbordaban en palabras escritas. Versos, historias que había vivido y relatos de los extranjeros que mejor conocía, mis abuelos europeos. Al escribir recorrí las maneras de adaptarse a un nuevo país, las emociones que encontraba dentro mío y sin darme cuenta todo esto se transformó en mi libro El Cuerpo no Calla. La satisfacción de dejarme llevar por las palabras que me brotaban fue enorme. Más de una vez releí algo que había escrito y me encontré frente a frente con aspectos desconocidos de mi personalidad. Fue de vital importancia escribir en mi proceso de re-encuentro.
-¿Cómo piensa la enfermedad del Parkinson, hoy?
-El Parkinson hoy va conmigo. No peleo contra él como si fuese un enemigo porque sé que es una parte mía. Es la manifestación de mi sombra. Gracias a él puedo completarme y vivir de una manera más plena. La escala de valores me cambió. Lo que más vale no se puede comprar. La salud, el amor, la vida. No me aferro tanto al pasado ni a expectativas sobre el futuro. La enfermedad, con sus limitaciones me ayuda a reducir la omnipotencia. Me recuerda mi condición efímera y me enseña que siempre estoy a tiempo de volver a empezar cada día para buscar la mejor versión de mí misma. No es que recomiende el Parkinson a nadie pero sí escucharse, despertar. Ver realmente si están cumpliendo con expectativas ajenas o con su misión en esta vida. Porque de no hacerlo, hablará el cuerpo.
Marina Lassen Brodtkorb. Arquitecta de profesión (Universidad de Buenos Aires). Trabajó durante 10 años en estudios de arquitectura y también tuvo obras propias. Asistió a talleres Literarios a cargo de Sebastián Dozo Moreno y Gabriel Fernando Sarobe, durante 3 años. Escribió la novela "el cuerpo no calla" (Bergerac Ediciones) y "Exilios paralelos" (cuentos). Premiada en concursos "Vikingo" y "Los ojos de Sandra". Jurado de la Academia Argentina de Letras.
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