Hay una figura que yo he tomado trabajando con torturados y que después la he extendido al ámbito social, a situaciones menos siniestras como es la encerrada trágica. La encerrada trágica es una situación paradigmática de desamparo, es una situación de dos lugares, sin tercero de apelación, sin ley, en donde la víctima, tal vez para dejar de sufrir o para no morir, depende de alguien a quien rechaza totalmente y por quien es totalmente rechazado, esto en lo referente al Desamparo.
En referencia a la Creatividad, hace un tiempo que estoy trabajando en este tema y voy a tratar de ver si se puede desentrañar algo acerca de los fundamentos, de los antecedentes, de los inicios de la crueldad; no ya históricamente, sino en cada uno de nosotros: la subjetividad.
En este sentido también podría decir que uno de los orígenes, el inicial, no es el único, realmente no es el único de la crueldad, es el fracaso del primer amparo al que todos estamos destinados: la ternura; el fracaso o la falencia de la ternura. Voy a decir dos palabras solamente de la ternura, Freud la define (dijo muy poco, pero es algo fundamental) como la coartación del fin último pulsional y que depende de un tercero.
Si pensamos paradigmáticamente como agente de la ternura a la madre, también depende que la función paterna, sea ejercida concretamente por el padre, o por los demás contertulios de la ternura, por la sociedad. Cuando no hay coartación de este fin último, se recrean las condiciones de la encerrona trágica, también falta.
La ternura es el primer elemento que hace del sujeto, sujeto social, porque es un dispositivo social. Esta coartación crea, en cierta forma, una precaria condición de sublimación en la madre, no en el niño y esta sublimación se traduce en dos cosas: en la empatía, donde la madre sabe porque llora el niño y garantiza el suministro y en el miramiento, palabra que yo he tomado del castellano antiguo. Miramiento es mirar con interés amoroso, a aquel que habiendo salido de las entrañas es sujeto ajeno.
Si la empatía garantiza el suministro, el miramiento garantiza la gradual autonomía del sujeto.
Dos palabras más sobre ternura para volver a la crueldad. Los suministros de la ternura son tres: “el abrigo para los rigores de la intemperie, el alimento para los del hambre y el buen trato, el trato según arte”. El trato, fundamentalmente es la donación simbólica que si la madre concurre, asiste a la invalidez material del niño con alimento y con el abrigo; también hay invalidez simbólica y se da, precisamente, con la experiencia de la gratificación y con la palabra y se irá constituyendo este buen trato, según arte, como basamento del sujeto.
Para entender un poco más esto, parece incluso que la ternura es un sentimiento que tiene mala prensa, parece un sentimiento blandengue de los aspectos suaves del amor y la ternura es el formidable escenario donde se constituye, precisamente, el sujeto pulsional, donde incluso se supera la condición, el precario paquete instintivo (esto va a ser importante para lo que voy a decir después) y aparece la constitución del sujeto pulsional.
He trabajado en un peritaje siniestro, terrible, de estos días, en uno de los juicios conocidos por la opinión pública, sobre apropiación de chicos; en el expediente debíamos contestar con algunos colegas sobre qué le sucede al chico y esto es paradigmático de la crueldad.
Qué le sucede a un niño nacido cuya madre embarazada está en cautiverio, sometida a tormento y será asesinada posteriormente al parto y ese chico será entregado a manos usurpadoras. Sobre esto teníamos que hacer el peritaje y éste fue precisamente contextuado, confrontando características paradigmáticas de la crueldad, de la institución de la crueldad; con las condiciones, también paradigmáticas, de la ternura y del telón de fondo que nos permitía cierta eficacia en lo que queríamos decir.
Hay una metáfora ecológica que creo que me permite avanzar en el problema de la crueldad y su génesis en la subjetividad. Cuando venía caminando, vi un perro o un hombre, un mendigo, un hombre joven y un perro joven, que sacado de su nicho ecológico y transportado a otro nicho, experimenta tres operaciones: primero se hunde, se deprime, luego si tiene suerte se anida, luego se anima, pero de las condiciones del anidamiento dependerá como será su animación, como será su vida. Uso esta metáfora, porque si bien adelanto que la crueldad no hay que confundirla con la agresividad, la crueldad es un dispositivo cultural, es un dispositivo orgánico, es un dispositivo sostenido, después voy a leer breves páginas para mostrar ese dispositivo, pero éste es implementado por la agresión pulsional del hombre o por la agresión instintiva.
Si el anidamiento del cachorro humano es un nido de serpientes, es una madriguera, fracasa como amparo; lo que va a ocurrir ahí es un incremento, es un sobreviviente, tanto en el perro como en el niño. Pero el perro le lleva mucha ventaja, va a incrementar su instintividad, su astucia instintiva de sobreviviente, su agresión.
Para entender un poco más, tengo que plantear un pequeño concepto un poco difícil, larguísimo concepto psicoanalítico, difícil de transmitir tal vez. Antes quiero decir algo, Freud decía: “El mismo origen tienen las perversiones (empezaba más optimista Freud) que las virtudes; léase las verdades, la misma puesta por la verdad, que las perversiones; vale decir que el fetichismo, el paradigma de la mentira, el mismo origen tienen la verdad y la mentira”.
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Escuela de Psicoanálisis Sigmund Freud de Rosario