Esta discontinuidad, por más que se procese siempre es irreductible, es la que se da entre el recién nacido y el recién venido y los suministradores de la ternura, por más que avance el tejido simbólico, por más que avance en los cuidados, siempre hay irreductible discontinuidad, pero si el anidamiento en la ternura fracasa y se incrementan en esta discontinuidad, se incrementa la instintividad, que es en cierta forma metonímica, tiene una fuente, tiene un sentido, tiene un objeto unívoco, en contra de la pulsión que tiene muchas alternativas de descarga y diferentes objetos, tiene algo de metáfora.
Esto es importante porque quien ha estado sometido a las condiciones de desamparo de la ternura, al fracaso de la ternura, al fracaso de la ley donde no hay coartación del fin ultimo, donde no hay tercero de apelación, donde hay, en cierta forma, una verdadera encerrada trágica y va a tender, no solamente (y esto es lo que quiero destacar) a incrementar su instintividad metonímica sino que va a ser un reproductor de los propios maltratos que ha recibido.
El golpeado tiende a ser un golpeador, por lo cual, los valores que recibió este sujeto tienden a ser a lo largo de la vida, podríamos decir ‘fijos’, que no han habido experiencias correctoras.
Pero hay otra discontinuidad que quiero plantearles, que se da entre el fragmento cósmico del recién nacido, del organismo del recién nacido, recién venido, una representación de lo real y la subjetividad que los cuidados de la ternura, que las palabras, que el buen trato y el sujeto creando sobre esa balsa cósmica; también ahí hay una discontinuidad del Psicoanálisis que plantea esto de muchas maneras como hiancia, como iara, como iatus, como vacío... y que ocurre ahí, que esta discontinuidad entre el sujeto y lo real que siempre esta presente y esta por fuera, por supuesto tengo en cuenta aquí lo real, lo imaginario y lo simbólico. Esta discontinuidad que tal vez irá haciendo del cuerpo, cuerpo erógeno, que tal vez como dice el poeta Yirri cuando se pregunta, en un poema antes de la muerte: ...“No será lo corpóreo a acontecer y no sustancia”...
También va aproximando el tejido simbólico, también va haciendo una discontinuidad que se invagina y que entra,y forma parte de la estructura del sujeto y es origen de esas preguntas nunca satisfactorias de: Quién soy?. De dónde vengo?. Qué es la muerte? Qué es la vida? que va avanzando a la identidad, al conocimiento, aquella identidad donde alguien es lo que recibió, donde alguien es lo que hace y finalmente si tiene suerte, alguien hace lo que es.
Pero si los cuidados del amparo de la ternura fracasaron, esta discontinuidad que es uno de los antecedentes (no lo podría sostener demasiado teóricamente de la pulsión de muerte; porque esa discontinuidad entre el cuerpo y el sujeto, que al final de los días nos espera, es el real de nuestro cadáver y llamemos como llamemos al sujeto: espíritu, alma, memoria, sigue otro destino, va a decir que ya está instalada en esa discontinuidad de la pulsión de muerte.
Si el sujeto también es un sobreviviente, lo que organizará, el otro concepto fundamental, lo que organizará como saber, no será el saber de la búsqueda de la verdad; será el saber fetichista, será el saber sagrado, será el saber valuarte contra la muerte.
Sumemos aquella reproducción metonímica, de lo que se recibió, producto de la discontinuidad entre madre o entre el niño y los dadores de la ternura, mas esta otra discontinuidad anticipo de la muerte; que genera un saber sagrado, un saber fetichista.
Sumemos esto y ya tenemos el caldo del cultivo del cruel, tenemos el caldo del cultivo del fundamentalista, tenemos el caldo del cultivo de lo que podría llamarse, tal vez, la ‘vera crueldad’.
Voy a leer dos páginas para entender esto de la vera crueldad. Precisamente en esos términos el articulado neutro lo, precediendo al adjetivo: ‘lo cruel’, lo encontramos absolutamente en todos lugares, no tiene sujeto manifiesto de la crueldad; por supuesto que tiene sujetos, un tanto remotos, encubiertos, pero no tiene sujetos de la crueldad.
Hace poco y con esto termino; estuve en un Seminario en La Habana sobre: ‘La identidad transdisciplinaria’; una colega Ana Berecin, me dio un libro muy bueno que escribió y se llama: “Con los ojos de la oscuridad”. Esta frase en idish, es muy usada por los judíos; cuando llegaban noticias de los campos de concentración del Holocausto decían que la tristeza mayor, son los ojos en la oscuridad. Me pidió que le presentara este libro, que es un ensayo psicoanalítico sobre la crueldad y le dije que sí, que lo leería después del Seminario.
Cuando íbamos a Viena y, sobre todo, a Praga: esos paradigmas de la civilización y de las identidades como ciudades; empecé a leer el libro y la primera sorpresa que tuve es que todos los procesos que aquella frase de Freud: “el mismo origen tienen las perversiones que las virtudes” y que yo diría el mismo origen que tiene el proceso de la crueldad.
En el proceso de la crueldad existe una tríada. Ese fetichismo que se ha organizado, esa reproducción de los valores que se han recibido y que se ve amenazado frente a lo distinto, frente a lo diferente, frente al negro, frente al judío, frente al comunista, frente al blanco, frente al semejante distinto y es ahí donde, precisamente, aparece la tríada del conocimiento del cruel: que es la exclusión, el odio y la eliminación. Seis millones de judíos, treinta mil argentinos, trescientos mil tal vez, lamentablemente no muriendo en las cámaras de tortura sino en la calle. En cambio, el otro proceso, el que avanza la curiosidad como avidez del conocimiento, donde lo distinto, donde esa irreductible discontinuidad funciona; es el concepto de la innografía, quiere decir: interdicción o separación y puenteo, en el mismo momento.
El puente que cruza un río, no anula el río; no anula la separación y al mismo tiempo lo cruza, esta es la la función entre el conocimiento que está opuesto a la tríada de la crueldad.
Aparece anterior a una situación pre-axiológica, el rechazo del: me gusta, no me gusta; luego, si se supera esto, aparecen: el tal vez, la escala, la coincidencia de valores; ahí aparece otro obstáculo, que es: a valores más o menos semejantes, quién conquista a quién, lo conquisto yo o me conquista él. Si resuelvo esta situación de conquista, recién aparece el enfrente y diferente, aparece el conocimiento frente a lo distinto, a lo extranjero, a lo exótico, es largo hablar de esto...
Volviendo a lo anterior, cuando llego a Praga y a ese maravilloso Castillo de Praga, que tanto nos ensoñó Kafka, y que está reciclado en exquisitas acciones culturales, musicales; donde en la entrada del complejo hay dos pilares y debajo de cada pilar están los soldados, los guardias, arriba están lo que se llama: “Los dos gigantes en pugna”, son dos gigantes en lucha, para ver quién mata más víctimas. Uno apuñalando viejos, otro rompiendo cráneos de chicos, esto está en las puertas de ésta exquisita muestra de civilización y es una alegoría; la crueldad siempre esta ahí, uno convive con esto.
La última anécdota que les cuento, transcurrió en Berlín, que es más significante, tal vez, de la crueldad. Cerca de allí, está “El Palacio de Sans Soussi”; sin preocupaciones, el Kaiser le puso ese nombre y poco a poco, se convirtió en un hermoso lugar para comer. Al lado hay una mansión con un parque maravilloso, y una placa extraña. Yo no sé alemán pero algo iba pescando, después por el guía me entero, que era el lugar donde se tomó la decisión final, para la exterminación del pueblo judío. Los que no saben alemán, se sacan allí fotos con este lugar hermoso de fondo..., así convivimos, con lo cruel.
Le decía a Benjamín Domb: mira no sé cómo acotar, él me responde: “y bueno ese es tu problema, vos nunca podes acotar”. Uno cuenta un buen chiste y me permiten un poquito más de tiempo..., la crueldad no está reñida acá.
Fuera de broma.., pensaba contar un chiste, que precisamente, creo que es el paradigma de la crueldad del saber estúpido, del saber cretino, la demagogia es una de las formas de la crueldad también. Hay un sujeto que se va a casar y va fetichísticamente a una virgen y le dice: “Virgencita me voy a casar, si me caso, que mi mujer no me engañe; si me engaña que no me entere; si me entero que no me importe”. Esta es la construcción paradigmática del conocimiento que tenemos frente a lo cruel, terminamos cretinamente sin darnos cuenta y sin asumirnos, por lo menos, como sujetos de la conciencia de la crueldad.
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Escuela de Psicoanálisis Sigmund Freud de Rosario