¿El psicoanalista en su época? Es como decir, el psicoanalista en su salsa. Porque el psicoanálisis es resultado de su época, una época que, como Lacan lo estableció con rigor, no podría ser sino la de la ciencia.
Pero como la moralina victoriana no es la de la liberalizada intelligentzia parisina de posguerra, la subjetividad de la época de Freud no es exactamente la misma que la de la época de Lacan. Y ciertamente –es, al menos, nuestra hipótesis–, la subjetividad de nuestra época no es ya exactamente la misma que la de la época de Freud ni la de la época de Lacan. Aunque guarde una estrecha continuidad con ambas.
Desde luego, ese corte y esa continuidad –ese corte en continuidad– se expresa en la conformación sintomática que adopta en permanente movimiento el malestar en nuestra civilización; un estar mal que se sustenta estructuralmente en la maldición que del lenguaje recae sobre el sexo, y que el aforismo lacaniano “no hay relación sexual” sabe provocativamente compendiar.
Pero hay, además, algo del fenómeno de creencia en la autoridad de la ciencia que demuestra revitalizarse en la actualidad. Alcanza con hojear el diario en lo que es presentado bajo el rubro de las innovaciones científicas, para tropezar de inmediato con alguna insólita novedad, a menudo de tono desopilante y regularmente avalada por una publicación de prestigio. No es difícil entreleer entonces que lo que allí se invoca es una instancia de protección, una instancia de consuelo, de esperanza, de salvación, una instancia que Freud situaría de lleno en el terreno de la ilusión. No tanto en el sentido de su escepticismo en cuanto a El porvenir de una ilusión, como en el de ese extendido escepticismo que evidencia dar sustento a cada ilusión por venir, a esa poca ilusión que provoca en nuestro tiempo el porvenir.
En el espacio geográfico-cultural que se designa Occidente, donde se ha podido sostener que Dios ha muerto (Dios ha muerto pero está presto a renacer de manera inminente), en su apuesta por la ciencia Freud se demuestra portavoz de un no incauto iluminismo. Y es en razón de ello que, en el segundo apartado de El malestar en la cultura, nos recuerda los versos de Goethe: “Quien tiene ciencia y arte también tiene religión; quien no tiene ni una ni otra, ¡tenga al menos religión!”.
Las breves notas que siguen, encuentran efectivamente su origen en algunas de esas noticias de los diarios: la amenaza informática, nuevas figuras de la perversión, estragos propios de una gozosa inimputabilidad, derivaciones impensadas de los nuevos métodos de fertilización. Todas llevan la impronta de su actualidad y entrañan una reflexión sobre los efectos subjetivos del hiperdesarrollo tecnológico, se lo entienda como una deriva mercantilizada de las aplicaciones de la ciencia, o, inversamente, se entienda a la ciencia como una forma culminante del modo propio de emplazamiento que instaura la era de la técnica.
Lecturas mínimas y localizadas que aparecieron mayoritariamente y en forma esporádica en la sección Psicología de Página 12 y en la revista de distribución gratuita Agenda de la librería editorial Letra Viva. Agradezco entonces a Pedro Lipcovich y a Raimundo y Leandro Salgado aquella primera publicación.
La amenaza informática
La familia en mutación
La subjetivación posmoderna del cuerpo
Nuevas figuras de la perversión
Estragos propios de un goce inimputable
Derivaciones impensadas de los nuevos métodos de fertilización
El carácter cosmético de la política representativa
La inminencia de una guerra total...
Mario Pujó. Psicoanalista. Lic. en Psicología (UBA). Doctorado práctico en Psicología Clínica (Paris V – Sorbonne). Ha realizado actividad docente y de supervisión en diversas instituciones asistenciales psicoanalíticas, universitarias y hospitalarias, y publica-do en diferentes medios especializados de Argentina y Brasil, habiendo sido traducido al in-glés, portugués e italiano. Coordina los seminarios “El psicoanalista y la práctica hospitala-ria” y “La formación de los analistas” en PsicoMundo. Es jurado de Maestría en el Depar-tamento de Psicoanálisis de la UJFK. Autor de los libros “La práctica del psicoanalista” (Ed. Paradiso, 1994) y “Lo que no cesa del psicoanálisis a su extensión” (Ed. del Seminario 2001). Dirige desde 1992 el libro periódico “Psicoanálisis y el Hospital – Publicación semestral de practicantes en Instituciones Hospitalarias” y “Para una clínica de la cultura”, Grama 2006.
Ver : libro relacionado
Mas informacion:
Ediciones del Seminario, Colección Filigrana.
Buenos Aires, 2009