-Tiene formación psicoanalítica desde hace más de 20 años. ¿Qué diferencias encuentra entre el trabajo actual, con los de sus inicios?
-Son muchísimas. Yo comencé en mi formación hace más de 30 años, en una ciudad como Buenos Aires que era absolutamente kleiniana. Lacan era un autor entre 18 que se veían en la materia Psicoanalítica 2. Se lo presentaba como un loco haciendo locuras en el Seminario. La práctica que yo observo entre los seguidores de las corrientes ultralacanianas se parece bastante a la práctica de los klenianos desde hace 30 años. Los lacanianos tienden a creer que ellos inventaron el silencio. Y yo empecé mi análisis cuando tenía 18 años con un analista que no me habló prácticamente nunca. Es interesante comparar, porque hay muchas diferencias en cómo se conciben las cosas, pero a su vez también hay muchas continuidades. Se cree que por cuestiones teóricas, y no se advierte que tiene que ver con cómo en la ciudad se venía trabajando. Eso en cuanto a una continuidad encubierta, que es el silencio. Los lacanianos creen que la práctica silenciosa fue inventada por ellos. En Buenos Aires, hace 20 años, el psicoanalista ya era un personaje silencioso, variará según el estilo de cada cual, pero no es un invento lacaniano.
El gran cambio que veo en el transcurso de los últimos 30 años de mi vida como psicoanalista es que como nunca el cuerpo se ha convertido en eje de la preocupación de la mayoría de los psicoanalistas. Hubo épocas donde se trabajaba mucho sobre la transferencia, la palabra/significante, ahora todo ha tendido a que lo central de la experiencia analítica sea el cuerpo, la pulsión y el goce. Me parece que es importante, ya que incide en la dirección de la cura, en la concepción misma de la cura. Ahora la clínica es mucho de silencio y corte, y lo que se supone que es aquello sobre lo que se opera es goce. Es un estado de situación que tiene 10 años de vigencia. Me parece que lleva al psicoanálisis a una relación con el cuerpo muy novedosa.
Otra diferencia. Creo que el psicoanálisis está mucho más cerrado. Yo me formé en una época donde el autor de referencia era Freud, y se lo podía articular y no seguirlo tan al pie de la letra. Ahora con el lacanismo impuesto en la ciudad se puede criticar muchísimo menos, y está muy mal vista la critica a los autores. Como consecuencia, el juego del psicoanálisis se puede abrir mucho menos. Se cita a Freud y Lacan, muchos otros nada más a Miller, pero es una cita circular, donde no hay un trabajo fuerte de innovación, revisión, y menos critica. La critica a Freud, Lacan o Miller está muy mal vista, por los millerianos y los antimillerianos también. Si rechaza la critica, tanto interna como externa, tiende a cerrarse. Cada vez más se parece a prácticas del tipo religiosas.
-Se compara mucho el psicoanálisis con una religión…
-Si, por el nivel de creencia y fe en los grandes autores, y por la ausencia de critica racional. Ahí hay un punto de coincidencia con la religión. Sin embargo, no tiene nada que ver con ella, porque la religión no busca fines clínicos terapéuticos. Pero por la fe, creencia, y ausencia de crítica racional, me parece que hay un punto de coincidencia difícil…
-Usted decía que está tendiendo a cerrarse. ¿Qué cree que puede llegar a pasar si esta tendencia continua?
-Me da la impresión que va a quedar cada vez más para círculos que inciden menos en la sociedad, porque va a estar cerrado, con lo cual el futuro del psicoanálisis está muy puesto en cuestión. No se si dentro de 20 años se va a poder asegurar que dentro de 20 años va a seguir existiendo el psicoanálisis. Me da la impresión que este efecto de cierre, pérdida de dialogo con las disciplinas afines, el uso insistente y caprichoso de lo que dijeron Freud, Lacan, y Miller nos va a separar de la ciudad. Cuanto más separado esté el psicoanálisis de la comunidad, menos pacientes y practicantes interesados tendrá y se convertirá cada vez más en un fenómeno marginal.
Freud y Lacan se apoyaron en las disciplinas de su época, tomaron de las ciencias en forma masiva, Lacan duplicó la manera freudiana de tomar a las ciencias. Eso ya no sucede. Hay un efecto contrario. Hay una relación proporcional entre lo que Freud tomó de las ciencias y de lo que las ciencias tomaron de Freud. Lo mismo sucedió con Lacan. Melanie Klein, por ejemplo, que no tomó nada de las ciencias, no es tomada por nadie fuera del campo del psicoanálisis. Creo que con Jacques Alain Miller pasa lo mismo. Aclaro que para mí el psicoanálisis no es una ciencia.
-¿Por qué dice que no es una ciencia?
-Porque hay ciertas características del psicoanálisis que lo distinguen de la concepción fundamental. La clínica en el caso por caso, la clínica bajo transferencia, y el inconsciente entendido como el discurso del Otro. Estas tres características hacen que siempre la práctica analítica sea cuestionable por cualquier dimensión científica. Ahora, parte del psicoanálisis está puesta plenamente en la ciencia pero otra parte no. Sin critica no hay ciencia, y el en psicoanálisis no hay autocrítica. Tampoco hay investigaciones, donde se someta al autor a una pregunta. Por ejemplo, sería bueno investigar si realmente existe el Complejo de Edipo, o el Complejo de Castración, o el inconsciente. Para mí, el Complejo de Edipo no existe. Lacan también lo dijo, postulando que fue un sueño de Freud. Entonces yo me pregunto si es algo que le pasó a un señor judío, que vivía en Viena, en el Siglo XIX, o es una teoría que abarca a todos los seres humanos de todas las razas, épocas, sexos y edades? Esta pregunta no se hace entre los psicoanalistas. El inconsciente, está adentro de alguien, como dice Freud, o es el discurso del Otro, como postula Lacan? Sino es lo mismo, uno tenía razón y el otro se equivocó, y eso no se dice.
-Retomando lo que planteaba acerca de que lo central de la experiencia analítica es el cuerpo, la pulsión y el goce, lo piensa como algo cultural?
-Creo que Occidente se caracteriza por suponer que lo subjetivo pasa por el cuerpo. El goce lacaniano se vende también porque todo occidente está suponiendo que la verdad de la persona pasa por su cuerpo y por operaciones reales sobre el interior de su cuerpo. Con lo cual ahí me parece que ahí hay un problema para el psicoanálisis, yo siempre tiendo a pensar el psicoanálisis como una respuesta al malestar en la cultura. El malestar en occidente está relacionado con haber supuesto que el ser del ser humano es un ser corporal. El psicoanálisis debería ir en contra de eso. Yo estoy en contra de hacer del goce entendido como satisfacción de la pulsión. Porque me parece que vamos a favor del malestar en la cultura, perdemos la diferencia específica, y olvidamos que el psicoanálisis cura por la palabra.
-Trabajó la conceptualización de la pulsión respiratoria, lo pensó primero en la clínica y luego lo desarrolló teóricamente, o al revés?
-Es una mezcla. Un día dije el sintagma “pulsión respiratoria”, pero no sé muy bien si fui empujado más por algunos casos de ese momento, o porque en esa época estaba leyendo “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” donde Lacan propone que habría que dedicarse a estudiar lo respiratorio. Creo que fue una mezcla de ambas. Es un trabajo que me gustó mucho escribir. Ahora estoy por publicar el Volumen 2 de “Las estructuras clínicas a partir de Lacan”, donde trabajo la histeria, obsesión, fobia y obsesiones. Próximamente estará en librerías.
Alfredo Eidelsztein, Doctor en Psicología de la U.B.A., docente responsable de cursos de posgrado de la Facultad de Psicología desde el año 1992. Autor de “Modelos, esquemas y grafos en la enseñanza de Lacan”; “El grafo del deseo”; “Las estructuras clínicas a partir de Lacan”, Vol. I; “La pulsión respiratoria”; compilador; “La topología en la clínica psicoanalítica”. Dicta cursos y seminarios sobre psicoanálisis en Brasil, Chile, Costa Rica y México.